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La Superintendencia de Industria es una de las entidades de vigilancia y control más importantes de la esfera económica, que tenía gran valor para la Ocde, hay que preservarla
El Gobierno Nacional ha designado para el cargo de Superintendente de Industria y Comercio a Cielo Rusinque Urrego, abogada constitucionalista con experiencia en el Departamento de Prosperidad Social y una ficha de confianza del Presidente. Las críticas no se han hecho esperar luego de que su antecesora en la SIC fuera declarada insubsistente y que el cargo estuviese por muchos meses sin una cabeza visible.
Es un momento oportuno para aplicar el sentido coloquial de la expresión “con beneficio de inventario”, es decir, que hay muchas expectativas, pero debe esperar a que los profesionales de la entidad obren a carta cabal. Dicho de otra manera, no ver con preocupación o predisposición tal nombramiento, sin la carga de interés político. Sobra decir que si a la administración central le va bien y trabaja de cara al país productivo, a todos nos irá bien.
Por la SIC han pasado funcionarios probos, bien formados y con experiencia en el derecho comercial, pero también han estado al frente de la entidad profesionales sin ninguna experiencia más allá de trabajar en el Congreso sin mayor brillo. La Superintendencia de Industria y Comercio es el pilar institucional que protege y promueve los derechos de los consumidores, el buen funcionamiento de los mercados y fortalece el sistema de propiedad industrial.
Por esa oficina pasa el control de los pesos y medidas, las investigaciones de carteles en el mercado, pero ante todo reside en ella la defensa de los consumidores en todo lo cuantitativo y cualitativo. En un mundo enfocado en las compras y las ventas de productos, bienes y servicios, es la SIC la entidad llamada a ser el órgano rector del desarrollo de estas relaciones de compradores y vendedores. Es una entidad que vela para que el mercado libre fluya, no se presenten acuerdo bajo la mesa y que quienes pagan por un producto reciban lo justo y apropiado.
Al punto que la Súper de Industria fue catapultada por al Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, como una de las entidades de carácter central a proteger; recomendaron entre otras cosas, desincronizar al jefe de esta entidad del periodo político, que no fuera una ficha que se moviera al ritmo de los cambios políticos; también se recomendó hacer lo propio en la Superintendencia de Sociedades y la Financiera, pero los gobiernos de turno no han hecho caso y se ha cedido en estas entidades, pues cada Súper que llega al cargo viene con sus propios equipos y con nuevas directrices. Debería haber un gran acuerdo nacional para que se eleven a un segundo nivel unas entidades que necesitan más independencia y autonomía para proteger las decisiones técnicas del teje y maneje político.
Hay que preservar el carácter técnico de la SIC, la Financiera y la Supersociedades, pero no solo lo técnico sino su oficio, sus roles y funciones, de cara al cuentahabiente, al consumidor, a la empresa. Con la SIC hay que tener mucho cuidado pues es un instrumento público de construcción o de destrucción, depende de cuáles sean las intenciones de sus decisiones para proteger al consumidor y la libre competencia. Hay un detalle final: es la SIC la que promueve la invención colombiana al tener la tarea de dar licencias, patentes y registros de marcas; es decir, es la entidad más determinante en la evolución de país económico y científico, de allí que esperamos que todo marche mucho mejor que antes.
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