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Los niveles de pobreza generados por el virus más los rumores de una eventual pérdida del grado de inversión, obligan a los políticos a concertar impuestos solidarios y responsables
No hay otro camino para ser responsable con la salud de la economía colombiana que concertar más impuestos, ni otra manera para financiar el gasto social de unos 21 millones de colombianos pobres que ser solidarios. Un par de palabras que deben gravitar en la opinión pública en este momento: solidaridad y responsabilidad.
Es un momento de grandeza que obliga y se desprende de la actual coyuntura sanitaria y económica. La pandemia ha devastado la economía haciéndola retroceder varios años, el PIB en números rojos todavía no crece ni se generan los empleos formales, peor aún, se ve muy lejos ese crecimiento de 4,5% que pronostican los expertos. Y el único camino para financiar la situación ha sido el peligroso endeudamiento externo que puede sobrepasar 65% del PIB.
El diagnóstico parece contundente para los técnicos que coincidían en las bondades del anterior proyecto de reforma tributaria, se requiere un ajuste y equidad en la tributación. Pero los tiempos políticos son voraces y no leen las justificaciones de motivos si éstas no les generan dividendos electorales. Pocos son los episodios históricos globales en los que la gente aplaude y paga complacida más impuestos. En lugar de generar solidaridad y responsabilidad, el proyecto les dio tema y discurso populista a los mismos partidos de Gobierno como a los de la oposición, al unísono, arremetieron contra todo el articulado hasta tumbarlo, activando un mensaje de preocupación de las firmas calificadoras de riesgo, que no tardaron en alertar sobre el camino al precipicio económico de un país; comentario que ha comprometido el precio de los papeles valores nacionales que se transan en el mercado secundario.
Con una deuda externa desbordada y un crecimiento económico comprometido para seguirla pagando en buenas condiciones, es un imperativo obtener más ingresos tributarios, primero para atender las necesidades de inversión social urgentes, y segundo, dejar sentadas las bases de saneamiento fiscal para el futuro.
Lo más fácil siempre será atacar los impuestos para ganar votos con comentarios bien argumentados, algunas veces, y otras sembrando bulos y mentiras que se convierten en memes, grafitis, caricaturas y pancartas de una protesta social capturada por el vandalismo. Es aquí, en este contexto hostil en lo sanitario, político, económico y social, que se debe actuar con grandeza y avanzar en unos tributos solidarios y responsables que ayuden a que el Gobierno siga con sus planes de inversión social y que de paso se envíe un mensaje contundente a los mercados financieros internacionales de que Colombia se mantiene en el camino correcto, no solo de las necesarias reformas económicas, sino que sabe concertar para obtener recursos propios para evitar que se profundice la caída del PIB y más nacionales vayan a la pobreza.
Todos los actuales congresistas liberales, conservadores, verdes, del Partido de la U, de Cambio Radical, del Centro Democrático y los mismos de la oposición deben llegar a un consenso en la creación de esta tributaria para no condenar a más colombianos a la pobreza ni empujar a que el país pierda el grado de inversión. Es un momento de solidaridad y responsabilidad en el que la información objetiva y las consecuencias de los actos políticos deben revisarse a fondo para no cometer errores históricos.
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