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Que el CEO del Itaú sea escogido por empresarios como el más destacado de 2017 no tiene que ver con una cosa distinta al desembarco de un gigante.
Sobre la distinción del Empresario del Año, que dicho sea de paso realizamos desde hace 15 años, hay muchas cosas que precisar. Empecemos por decir que técnicamente, además de empresarios como dueños del capital, fundadores o accionistas, también el premio recae en los más altos ejecutivos que llevan las riendas de las compañías, no solo colombianas sino extranjeras, pero que obviamente operen en el país. Lo segundo es que a lo largo de más de una década, han sido distinguidos ejecutivos, industriales, financieros, cooperativos y banqueros. Tercero, que la selección del nombre del Empresario del Año se inicia en la bitácora informativa diaria; en esos registros, esas menciones que se hacen en casi 300 ediciones anuales. Una vez se tiene el orden cuantitativo de las menciones, se filtra por el tema positivo de los registros de sus empresas, pues no se trata de las compañías más nombradas, sino la razón de las publicaciones. Cosas como grandes negocios, aportes en Responsabilidad Social Empresarial, innovación, apertura de mercados, generación de empleo y todas esas noticias positivas que se generan en las empresas.
Una vez se reordena el listado, se llevan los cinco primeros nombres de las empresas y sus presidentes o gerentes, a una gran encuesta entre ejecutivos de primer y segundo nivel en las ciudades más importantes del país, a quienes se les pregunta quién cree es el Empresario del Año. De esa encuesta entre empresarios es de donde sale el nombre de Álvaro Pimentel, presidente de Itaú en Colombia.
Durante estos últimos 15 años especialmente, hemos sido testigos de cientos de hombres de empresa que están construyendo país; generando empleo; pagando impuestos, desarrollando programas de RSE, muchas actividades que no son resaltadas, ni sus promotores protegidos y defendidos como lo merecen. Más en estos tiempos en los que hacer empresa y tener éxito es casi motivo de persecución y objeto de ataques injustificados. Tiempos en los que hacen carrera ideas populistas de que hay que destruir al rico para ayudar a los pobres o en los que se cobran más impuestos de los que la empresa puede pagar; máxime cuando no se analizan adecuadamente los sectores, el ciclo o la coyuntura económica.
Este año, cuando el Empresario del Año es un banquero -no es la primera vez- debemos recalcar sobre el papel de la banca en el crecimiento de la economía. Ya el Banco de la República ha hecho su tarea en bajar poco a poco sus tasas de interés hasta en un tolerable 4,50%, pero estas decisiones no se han transferido al consumidor, generando un tiempo muerto de oportunidades que será difícil de recuperar. Muchas son las causas de este teléfono roto entre el Emisor y el sistema financiero, pero más allá de esas razones particulares en cada institución, el sistema necesita de mayor competencia que permita movilidad entre los cuentahabientes, y eso está llegando de la mano de la banca extranjera; gigantes del sector en la región como Itaú, BBVA o Scotiabank, son solo algunas de las instituciones que deben llegar a competir tal como lo hacen en otros mercados. Colombia es un mercado muy competitivo en su banca, una característica que obliga a los jugadores externos a ser más ambiciosos, a conectar claramente con las necesidades de las empresas y sobre todo a construir un mejor país que les abre las puertas.
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