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En principio pronosticar la duración de la escalada de precios a nivel global debería ser más fácil que vaticinar el clima, pero las dos cosas se han vuelto bien complicadas
El gran peligro que se cierne sobre la economía colombiana es que la cruda inflación de 13% registrada durante el año anterior tarde en irse y que los precios sigan subiendo sin control, en especial combustibles, alimentos, energía y todos los bienes y servicios importados, vía devaluación; y que este llamado impuesto de los más pobres se enrede con bajo crecimiento, lo que es inminente a la luz de los pronósticos de la banca multilateral, los centros de investigación y la academia, pues el PIB colombiano de crecer 7,5% durante 2022 (es la apuesta), se cree que caerá a 2,0%; un coctail económico que se denomina estanflación, una mezcla de bajo crecimiento y alza desbordado en los precios.
Mal de muchos complejo de tontos reza el adagio popular, pues es el panorama que enfrentan todos los países, en algunos casos caerán en recesión y en otros la variación de precios será de tres dígitos y se podrá hablar de hiperinflación como es el caso de Venezuela y Argentina. De acuerdo con el ‘The Global Risks Report 2023’, del Foro Económico Mundial, las secuelas económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania han provocado una inflación desorbitada que ha llevado a normalizar las políticas monetarias, dando inicio a una era de bajo crecimiento y escasa inversión.
Dice el documento que el coronavirus y su posterior reactivación económica impulsó el PIB global, haciéndole creer al mundo que los mayores desafíos en materia económica, social y política de los últimos años habían sido superados, pero la invasión de Rusia sobre Ucrania se convirtió en otro obstáculo por superar que traerá nuevas complicaciones si la solución no está en camino en los próximos meses. “Los gobiernos y los bancos centrales podrían enfrentarse a presiones inflacionistas en los próximos dos años, sobre todo por la posibilidad de una guerra prolongada en Ucrania, la persistencia de cuellos de botella de una pandemia y una guerra económica que ha debilitado la cadena de suministro (...) los altos precios impulsados por la oferta, podría derivar en una estanflación, cuyas consecuencias socioeconómicas podrían ser graves, dada la interacción con niveles de deuda pública históricamente elevados. Este panorama podría extenderse hasta por 10 años”.
El documento liberado en el contexto académico del Foro de Davos en Suiza plantea que Los gobiernos seguirán enfrentándose a la peligrosa disyuntiva de proteger a una amplia franja de sus ciudadanos de una crisis prolongada del coste de la vida, sin que la inflación se incruste, y de hacer frente a los costos del servicio de la deuda a medida que los ingresos se vean sometidos a presiones de una recesión económica, una transición a nuevos sistemas energéticos y un y un entorno geopolítico menos estable. Si los oscuros pronósticos se colombianizan se observa que el alza de los alimentos, el transporte y los servicios públicos no dan tregua y que el Gobierno Nacional que ya va a completar sus primeros seis meses no da muestras de entender ni manejar el problema económico de la inflación, ni mucho menos la Junta Directiva del Banco de la República que la única herramienta que usa para dar cumplimiento a la ordenanza constitucional de mantener el poder adquisitivo del peso es subir la tasa de interés ahogando cualquier posibilidad de consumo e inversión por parte de las familias y las empresas.
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