MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Una carta del empresario estadounidense, Elon Musk, a sus empleados, retándolos a volver presencialmente a las oficinas, abre un debate necesario a la luz de las nuevas realidades
La flexibilidad laboral estadounidense hace que empresarios como Elon Musk, dueño de Tesla y el hombre más rico del mundo, tome la impopular decisión de obligar a sus empleados a retornar a las plantas, factorías y oficinas, so pena de ser despedidos. Si bien, ni Musk ni Tesla han confirmado la existencia de dicha directriz oficial, abre el debate internacional sobre el trabajo presencial luego de que emergiera como la solución idónea en los tiempos de pandemia que se extendieron por más de dos años. Ir a trabajar es anticuado, podría ser el grito de guerra de los teletrabajadores, quienes valoran esta manera de llevar a cabo o desarrollar su jornada laboral, bien sea desde su hogar o en algún lugar en donde sean más productivos.
La carta de Musk dice textualmente: “cualquiera que desee trabajar de manera remota debe estar en la oficina un mínimo (y me refiero a 40 horas semanales o se deberá ir de Tesla. Esto es menos de lo que les pedimos a los trabajadores de la fábrica (...) Las circunstancias excepcionales serían consideradas y revisadas directamente, además, la oficina debe ser una oficina principal de Tesla, no una sucursal remota que no esté relacionada con las funciones del trabajo”.
A pesar de que el exitoso empresario es el ícono de la modernidad y de la vanguardia tecnológica, ahora ha emergido como el paladín de no al teletrabajo; en mayo, en medio de sus negociaciones para comprar la red social Twitter escribió que “todos los mensajes de quedarse en casa en relación con el covid han engañado a las personas para que piensen que en realidad no es necesario trabajar duro”. La polémica está servida y viene como anillo al dedo en un momento en que el regreso a la normalidad es una realidad en todos los rincones del mundo, las muertes y los contagios de coronavirus están en retirada y el mundo hace uso de su memoria laboral regida por jornadas promedio de 48 horas a la semana en lapsos de ocho al día.
Es un debate muy interesante en las empresas que se han vuelto productivas y eficientes permitiendo que sus empleados teletrabajen, el problema es que la regulación ha llegado muy tarde y aún muchos trabajadores siguen financiando la conectividad y ejecutando labores desde lugares físicos no acondicionados para desarrollar algún trabajo de oficina.
Los apocalípticos del teletrabajo o trabajo desde la casa argumentarán que se perdió la productividad y que la distancia y escasez de labores compartidas físicamente atentan contra la socialización de las personas; mientras que los integrados a esa herencia de la pandemia defenderán las labores extra-oficinas como un salario emocional que no debe volver al pasado y que efectivamente “ir a trabajar” es una actividad en desuso, además que la socialización y productividad obedecen al fuero interno de cada individuo según su actividad. No hay extremos y lo más probable como siempre es que sea un término medio en donde la jornada de menos de 48 horas se pueda conjugar en una suerte de pico y placa que beneficie al trabajador, a la empresa y quizá hasta reduzca la huella de carbono en las grandes ciudades. Ambos posturas tienen sus pros y contras y las soluciones pueden funcionar para algunos sectores, pero no para otros. Pero ya ad portas de terminar el primer semestre de 2022, debe haber claridad sobre el foco del teletrabajo como una buena alternativa.
Colombia debe avanzar, antes de la necesaria regionalización, en sistemas de pueblos y ciudades agrupados en áreas metropolitanas que unifiquen el desarrollo de las capitales
El Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior, Icetex, es un auténtico zombie en la estructura moderna del Estado y en la financiación educativa
Algunas tendencias explican las movidas que se están dando en los supermercados, las tiendas de vecindario o de conveniencia, en las que el ganador debe ser el consumidor