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La adolescente Greta Thunberg personaliza el desafiante discurso de los adolescentes de todo el mundo preocupados por el ambiente, pero para protegerlo hay que crecer el PIB
‘¿Cómo se atreven?’. Es el rótulo del discurso de Greta Thunberg, la adolescente sueca, que hace pocos meses se hizo famosa por protestar contra el cambio climático no yendo a sus clases de colegio. Su actitud ha llegado muy lejos y ha inspirado a millones de adolescentes en todos los países del mundo. Al punto que fue invitada a la sede de la ONU para hablar de tú a tú con los presidentes del mundo. Sus palabras son de fuego y habla en medio de la emoción y el llanto. Y sin lugar a dudas será uno de los personajes del año, portada de la revista Time, The Economist o incluso sea premiada con el Nobel de Paz por su claro mensaje de preocupación por el ambiente global. Ha dicho en el seno de las Naciones Unidas que “todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano. Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven? Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y sin embargo, soy de los afortunados. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva. Y de lo único que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?”.
Thunberg reclama que “por más de 30 años, la ciencia ha sido clarísima. ¿Cómo se atreven a seguir mirando hacia otro lado y venir aquí diciendo que están haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista? Dicen que nos ‘escuchan’ y que entienden la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso. Porque si realmente entendieran la situación y de todas formas no actuaran, entonces serían malvados. Y eso me niego a creerlo. La idea de reducir nuestras emisiones a la mitad en 10 años solo nos da un 50% de posibilidades de mantenernos por debajo de los 1,5 grados y el riesgo de desencadenar reacciones irreversibles en cadena más allá del control humano”. Thunberg se ha convertido en todo un símbolo para los más jóvenes. No es una millennial ni una rebelde sin causa, sino el fruto de una nueva generación de jóvenes muy preocupados por el planeta y con derecho claro a “indignarse”, haciendo uso del libro ¡Indignaos! escrito por Stéphane Hessel en 2010. Dijo Thunberg con contundencia que “nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos (...) No dejaremos que sigan con esto. Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y se viene el cambio, les guste o no”. Palabras valientes de solo una niña nacida en los albores de este siglo y que ha despertado una ola inusitada de reivindicaciones contra la contaminación global. El único problema es que está muy bien el reclamo y que sean los más jóvenes del mundo quienes se apoderen de un discurso renovador -incluso llamando a calificar servicios a otras generaciones jóvenes que han permanecido mudas-, lo único es que para atender las reivindicaciones de Thunberg se debe crecer la economía, pues mantener las tasas bienestar que ha alcanzado el mundo, y que ha permitido mejores medios de transporte, necesita de mucho crecimiento de todos y cada uno de los PIB. Ahora es fácil hacer reclamos, pero para llegar a este momento se tuvo que hacer crecer a las economías.