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Siempre exageramos la volatilidad del dólar: cuando el peso se devalúa nos rasgamos las vestiduras en exceso y cuando se revalúa los cafeteros salen a marchar para pedir subsidios
Una de las mejores noticias económicas del año es que el dólar pasó de valer en sus máximos más de $5.000, a menos de $4.000 por estos días. Dicho de otra manera, el peso colombiano es la moneda que más se ha apreciado frente al dólar entre todos los países en el último año: el peso colombiano 23,76%, el peso mexicano 16,81%, el real brasileño 11,91% y la rupia srilanquesa 11,69%, y si se mira de enero a julio, la situación mejora mucho más con 23,91%, casi 24%.
Algo muy bueno para todos, el problema es que en Colombia la volatilidad del dólar se dramatiza en exceso y se le buscan razones o causas económicamente descabelladas. El ascensor de la moneda estadounidense baja o sube más por externalidades, el estado de la economía americana es la mayor razón; la política monetaria de la Reserva Federal, el desempleo, y por supuesto, el crecimiento del motor de la economía mundial. Obvio hay algunas causas locales que tiran el peso para arriba a o para abajo, como el valor internacional del petróleo, por la dependencia de las arcas nacionales del crudo; o también por determinadas políticas públicas que generen inestabilidad y siembren incertidumbre, pero la mayor influencia en la volatilidad de la tasa de cambio obedece a externalidades.
Ningún economista o analista de cabecera predijo que el dólar durante el primer año de gobierno de Gustavo Petro se iba a apreciar 24%, decirlo o advertirlo habría sido un absoluto suicidio profesional, pero esa es la realidad de la tasa de cambio y hay que reconocerla: el peso es la moneda más apreciada en los últimos 13 meses y es mucho mejor un dólar a menos de $4.000 que uno de $5.000.
El problema ahora es que en un país que tiene la capacidad social de convertir cualquier cosa o situación en protesta, paro o huelga, seguramente se vendrán marchas de los pocos exportadores, especialmente los cafeteros, para pedir ayudar del gobierno, pues las promesas de subsidios a dos manos están cambiando la manera como los colombianos enfrentan ganarse la vida.
Hay que trabajar como país para que cuando las variables económicas mejoren, todos nos montemos en generar más confianza en los negocios, inversiones y emprendimientos; derrotar la desconfianza es la primera asignatura que hay que aprobar para que la economía vuelva a crecer por encima de la expectativa de menos de 2% para este año.
Nadie puede pronosticar con certeza el valor futuro de un activo, menos el comportamiento a corto, mediano o largo plazo del dólar, los hechos económicos se suceden y benefician o perjudican a los actores, quienes deben tener la destreza de hacer la prospectiva adecuada de todas las variables que afectan sus negocios.
La apreciación de la moneda local es muy buena, los pesos alcanzan para más compras si se hacen en el exterior, una cuarta parte de la canasta familiar baja, el valor de los carros va a bajar o al menos se estabilizan, la tecnología es un poco más asequible y hasta la ropa importada que tenía que pagar un sobrecosto, también estará más disponible; ni qué decir de esos gastos hormiga en dólares hechos por impulso desde el celular como compra en plataformas de música, películas, libros, etc. Es muy simple y no hay que llamarse a engaños, un dólar estable, menos volátil y un peso apreciado y resistente a los embates internacionales será mucho mejor.
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