MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La inflación está cerca de 13% a un mes de terminar el año, pero el incremento del costo de los alimentos es alarmante: 27%, sin que nadie haga nada para evitar que sigan subiendo
Una buena parte del salario de los colombianos se está yendo en costear qué comer y pagar los servicios públicos. A lo largo de este año que ya llega a su final, los primeros gastos se llevan $27 de cada $100 y cosas como la luz, el gas y el agua se llevan otros $7, sumados los dos rubros equivalen a $34, en conclusión, más de una tercera parte de los ingresos se evaporan en simple subsistencia. Ese es el panorama de la economía de bolsillo sin que nadie haga o diga nada.
Es un cliché, pero hay que repetirlo en tiempos de alta variación de precios: la inflación es el mayor impuesto para las familias de menor poder adquisitivo o ingresos. Durante todo 2022, el costo de vida se ha visto afectado principalmente por el precio inestable de los alimentos y bebidas, este rubro acumula una subida de 27,08% entre enero y noviembre; seguido de artículos para el hogar que acumula un encarecimiento de 17,33%. El tercer grupo que más sube la inflación son los gastos en restaurantes y hoteles, con una subida de 16,84%. Pero lo que viene sucediendo con los gastos de subsistencia es lo más preocupante, tales como alimentos, servicios y transporte, que deben ser más monitoreados por parte de los gremios de la producción y de las autoridades económicas, encargados de analizar, hablar, acordar y actuar sobre esta situación.
En los primeros meses del año hubo gran preocupación por las facturas de la luz y el agua, situación que cambió a la luz de los análisis del Dane que destaca que el IPC de la energía cayó después de la intervención gubernamental con los gremios, de hecho en noviembre se ve una reducción de 1,14%, impulsado por el pacto tarifario que concretó el Gobierno y las empresas del sector. Si los responsables de la producción de alimentos y bebidas, al lado de quienes diseñan y ejecutan políticas públicas, se sentaran a armar un equipo estratégico de mediano plazo y lago plazo para mejorar y estabilizar la variación de precios de la canasta familiar, mucho se lograría por regresar este indicador macroeconómico a sus niveles históricos de entre 2% y 4%, cifras que no se verán antes de 2025.
La dramática alza en los precios de los alimentos debe servirle al país para mirar la cadena de producción y consumo desde sus distintos eslabones regiones productores, transportadores, intermediarios, centrales de abastos, supermercados y tiendas. No es buen síntoma que el Gobierno Nacional no haya nombrado un buen superintendente de Industria y Comercio, entidad que vigila precios medidas y vela por el Código del Consumidor que debe ser aplicado cuando hay estas asimetrías en los precios. Mucho de la variación de precios tiene que ver con la especulación de los actores de las cadenas de transporte y producción, esta realidad se ve en los precios en varios productos de la canasta familiar.
No hay razón para que las verduras, hortalizas, la papa, la carne y la leche, entre otros, experimenten altos costos en medio de un Fenómeno de La Niña que garantiza agua (recursos escaso y fundamental) para su producción. El Dane simplemente es un órgano rector de los números, un árbitro de las cifras, compila, analiza y proyecta datos, pero sus cuentas deben ser el insumo para que el sector productivo, las entidades de vigilancia, control, supervisión y los hacedores de políticas públicas actúen en donde se muestren los problemas más elocuentes en el suministro de alimentos.
Colombia registró el pasado octubre la tasa de natalidad más baja de la última década, visibilizando un problema de grandes consecuencias para la economía
Lo más probable es que 2024 cierre con una inflación muy cercana a 5% y una tasa de interés del Banco de la República de mucho menos de dos dígitos, un escenario muy bueno
Yerra el Ministerio de Vivienda al suspender nuevas postulaciones para el programa Mi Casa Ya, debido a la situación presupuestal del Estado, el ahorro no está en parar la construcción