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Dos grandes firmas de la industria de autos se fusionarían antes de 2020, pero el encargado de la tarea cometió esos errores que se pagan con cárcel
Uno de los productos más exitosos de exportación de la hoy llamada economía naranja ha sido la telenovela, “Yo soy Betty, la fea”, creada por RCN Televisión y escrita por Fernando Gaitán; ese ejemplo clásico de industria creativa se pudo ver en 150 países y fue doblada a 25 idiomas. Pero más allá del éxito comercial de la producción nacional estrenada el 25 de octubre de 1999, el nudo, la trama y el desenlace de la novela tiene un eje gravitatorio muy económico: la protagonista maquillaba los números de la empresa para salvarla de los bancos y para que el verdadero estado de pérdidas y ganancias nunca llegara a los socios y accionistas. Pues ese pequeño gran pecado es uno de los que ha cometido el presidente y consejero delegado de Nissan y Renault, Carlos Ghosn, sobre quien recaía la compleja labor de negociar una eventual fusión de la empresa japonesa con la francesa, antes de 2020, y que a su vez dirigiría el nuevo grupo resultante de la fusión. La gigantesca operación también involucraría a la también japonesa Mitsubishi.
El brasileño Ghosn fue detenido en Tokio en relación con una investigación por supuestas irregularidades en sus finanzas personales y en el maquillaje de los números de la compañía, irregularidades en relación con sus ingresos personales. El periódico más influyente de Japón el Asahi Shimbun precisa que ejecutivo brasileño subestimó sus ingresos, ocultándolos en sus declaraciones de renta. Las consecuencias de sus actos no se hicieron esperar y las acciones de Renault en la Bolsa de París tuvieron una caída histórica cerrando la sesión con un desplome de 8,43%. No es la primera vez que un ejecutivo de una gran multinacional es retirado de su cargo por situaciones que no solo atentan contra intereses de los socios y accionistas, sino que maltrata el nombre de empresas emblemáticas. Tanto en Japón como en Corea del Sur es casi habitual que los altos ejecutivos envueltos en situaciones de corrupción vayan directamente a la cárcel.
El delito de Ghosn consiste en que violó la legislación financiera al no informar de su salario de forma correcta, subvalorando ingresos desde 2011, en cerca de US$80 millones. También se le acusa de utilizar dinero corporativo para su uso personal y maquillarlo en gastos de representación e inversiones de baja cuantía. El próximo jueves el consejo de administración de Nissan cesará a Ghosn como presidente del grupo a quien investigan por otras irregularidades que van en contravía de las prácticas empresariales de los japoneses. Ghosn fue uno de los pocos directivos extranjeros en alcanzar la presidencia de una gran empresa japonesa y era especialmente célebre por haber conseguido sacar a Nissan de la crisis que la mantuvo ad portas de la quiebra solo hace 10 años.
El sector privado japonés logró que el país rural y belicoso de los años de preguerra mundial en 1939 se convirtiera en una región industrializada en muy pocas décadas, primero desarrollando la industria de los electrodomésticos, al tiempo de apoderarse del segmento de los relojes y los vehículos, productos mediante los cuales conquistaron los países de occidente, empezando por EE.UU. Ese avance lo lograron con base en la innovación, las patentes y cultura del bienestar, pero ante todo, lo forjaron con base en el trabajo honrado desarrollado desde la base de sus grandes corporaciones. Japón sigue enseñándole a los países en desarrollo a ser ejemplares contra la corrupción.
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