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La Junta Directiva del Banco de la República ha decidido subir su tasa de interés hasta los niveles más altos de la historia reciente, comprar con tarjeta se difiere a casi 40%
No va a ser un final de año barato. Si bien la inflación morigerará su escala alcista que se presenta desde al año pasado, a la luz del dato de este octubre que se conocerá la próxima semana, no sucederá lo mismo con la re-anunciada decisión de la actual Junta del Banco de la República de subir su tasa de intervención del mercado mínimo un punto, o punto y medio, llevándola hasta 11% o más, para tratar de menguar la inflación que en lo corrido del año asciende a 10,08%, el mes pasado fue de 0,93% y anualizada, es decir septiembre alcanza 11,44%, la más elevada en varias décadas.
Esta semana el Banco Central Europeo hizo lo propio subiendo 75 puntos básicos sus tasas de interés para la Unión Europea, pasando de 1,25% a 2%, cifra que no se veía desde 2009, igual la decisión busca atajar la inflación, que ya ronda 10%. La Reserva Federal se reunirá la próxima semana para revisar el comportamiento de los precios y también ajustar sus tipos, llevando el costo del dinero en Estados Unidos de 3,25% hasta 3,50% como mínimo, el nivel más alto en los últimos 15 años.
El mes pasado, el Comité Federal de Mercado Abierto la incrementó 0,75 puntos y anticipó que dicha política continuará hasta que la inflación en el motor de la economía mundial baje de su actual 8,22% hasta los niveles tolerables de 2%, escenario que demorará más de un año. Tanto la decisión de los banqueros centrales de Europa como de Estados Unidos es la responsable de la devaluación que recorre las monedas del mundo, de la cual el peso colombiano no se escapa, y que sumado a la coyuntura política local, ha hecho que la pérdida del poder adquisitivo de los colombianos esté en los primeros lugares del mundo.
La crítica a la inminente decisión de la Junta del Emisor local es que no hay estudios actualizados desde su gerencia de investigaciones económicas sobre el verdadero impacto de la persistente alza de tasas en una inflación indómita, máxime si se tiene en cuenta que la bancarización aumenta en el país, pero no el uso efectivo del crédito. Aplica el dicho que una cosa es Dinamarca y otra Cundinamarca, en el sentido que la Fed o el BCE sí pueden hacer eso y ver resultados contra la inflación, pero en Colombia no tienen gran impacto pues la informalidad y el escaso acceso al crédito formal limitan su acción. El gran problema es que el consumo sí se asfixia directamente, dado que la Superintendencia Financiera certificará una tasa de usura para noviembre cercana a 38%, es decir casi 40%, la más alta de muchos años.
Y no se puede olvidar que los bancos automáticamente elevan su tasa de interés que aplican a las tarjetas de crédito a esos niveles, lo que indefectiblemente afectarán las compras y las fiestas de fin de año. Las explicaciones técnicas del Banco siempre son las mismas y actúan de manera reflejo de los bancos centrales de otros países, pero no argumentan desde lo académico, técnico ni científico, basados en las características propias de la economía doméstica. Claro que las tasas de la Fed y el BCE pesan, al igual que la guerra en Ucrania, el petróleo y demás externalidades, pero ya es tiempo de que el mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo de los colombianos se haga valer; que existan más estudios que soporten sus alzas mensuales del costo del dinero y que las instituciones de investigación áulicas de sus medidas aporten más a cambiar la receta del dinero caro.
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