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EDITORIAL

El bajo precio del petróleo debe cambiar la economía

viernes, 12 de febrero de 2016
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Colombia no puede sentarse a esperar que el barril de petróleo suba a los niveles de hace tres años ni desear una bonanza, debe cambiar la economía

 

Cuando se hace un barrido por los hechos económicos más relevantes de la historia colombiana, durante los últimos 60 años, identificamos que al comienzo y durante dos largas décadas la producción y exportación de café era la base de la economía, y el cultivo la fuente de casi todas las divisas. Así sucedieron las cosas para la economía durante varios años, al punto que los cafeteros eran una elite que mantenía un puesto fijo en la Junta Monetaria, pero sobrevino la debacle y se acabó el Pacto Cafetero, cayeron los precios y cambió la política ‘cafedependiente’.

Al llegar los años noventa y con los precios del petróleo por las nubes, el país fue aparentemente bendecido con millonarias inversiones en búsqueda y explotación de petróleo. Eran los tiempos de Cusiana y Cupiagua y del sueño de los petrodólares, que se profundizó con la llegada de mano de obra calificada e inversiones venezolanas, perseguidas por el creciente movimiento chavista. Así sucedieron las cosas, más o menos, hasta hace un par de años cuando se volvió más rentable tener el petróleo guardado en el subsuelo a la espera de que lleguen mejores tiempos a extraerlo. Parece que el precio ha tocado fondo, pero el país económico debe cambiar la cartilla y esta dura experiencia debe hacernos entender que no podemos ser monodependientes de las divisas generadas por el crudo. Es un imperativo que Colombia diversifique su oferta exportadora para que no esté expuesto a los vaivenes del precio internacional del café o del petróleo.

El golpe de los precios bajos del petróleo no nos pegan tan fuerte como a Venezuela, Ecuador o Arabia Saudí, solo por citar dos ejemplos antagónicos. En esos países la posibilidad de llegar a una moratoria de pagos es muy alta, especialmente en los primeros casos, ya que en Arabia Saudí las cosas no son de pobreza sino de cambio de modelo económico. Mientras en Venezuela la gasolina es muy barata y debe sensibilizar la necesidad de subirla de precio, en Arabia Saudí se deben empezar a cobrar impuestos, pues es un concepto que no existe. Los bajos precios del crudo ha hecho en estos países ‘petrodependientes’ que se hable de poner a andar o de subir los impuestos tradicionales como son sobre la renta, sobre las ventas, sobre la propiedad, incluso en los árabes se habla de que los trabajadores empiecen a pagarse la salud, como en cualquier lugar del mundo. La lección es clara, si los bajos precios del crudo están obligando a rehacer las economías que vivían de las exportaciones de combustibles, en Colombia las cosas no son muy diferentes, pero sí menos dramáticas. Está muy claro que debe impulsarse una diversificación exportadora de grandes ambiciones. El petróleo y sus productos refinados siempre serán importantes, pero debe hacerse que pesen menos en la estructura económica de un país con vocación agroindustrial. 

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