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Las cifras macroeconómicas están en cuidados intensivos por efecto del covid-19, lo más preocupante es la anunciada caída del PIB y la devaluación que retroceden al país una década
Es muy curioso que 2009 fue un año con rasgos noticiosos que ahora parecen un déjà vu: “líos de políticos, gobernadores enredados, crisis de la salud, llegada de la gripe AH1N1 y versiones libres de paramilitares desmovilizados”. Y si eso se completa con que la inflación alcanzó 2%, un dólar costaba $2.153, el desempleo subía a 11%, el barril de petróleo valía US$77 y la deuda externa era 23% de un PIB que ascendía a US$232.932 millones, puede decirse que la Colombia de 2020 será más o menos la misma cosa a la luz de la prospectiva y del cierre de un primer semestre traumático.
Empecemos por decir que el último dato oficial de PIB es el de 2019 del Banco de la República estimado en $1.062 billones, unos US$323.649 millones. Ahora bien, la hipótesis de que la economía colombiana retrocederá una década empieza por comparar el producto interno de ambos años, que según la banca multilateral y el mismo Gobierno Nacional, caerá 8% es decir, cerraría este año en $979 billones. Si se tiene en cuenta que la Tasa Representativa del Mercado promedio va en $3.690, equivaldría a US$265.492 millones, casi la misma de hace una década. Es la comprobación de las conclusiones a las que ha llegado la Cepal que ha dicho que las consecuencias del coronavirus serán nefastas y devolverán a la pobreza a millones de habitantes de Latinoamérica.
El gran problema para Colombia es que en 2009 la población solo superaba 44 millones de habitantes, mientras que ahora la cifra pasa de 50 millones engrosados por la pobreza que suman los venezolanos emigrantes. Los fuertes avances de la economía colombiana entre 2010 y 2018 eran evidentes en lo que tiene que ver con la reducción de la pobreza que pasó de 30,4% a 17,8%, logro que se verá desvanecido si las arcas nacionales no se recomponen y no se repara la inversión social.
Uno de los tres pilares del gobierno del presidente, Iván Duque, es su deseo de sacar de la pobreza a 9,7 millones de colombianos, pero dadas las circunstancias ese empeño está cuesta arriba y se debe concentrar más en la llamada pobreza multidimensional que llega a 20% de la población y que tiene que ver con las necesidades básicas, tales como las condiciones educativas, laborales, de la juventud, la niñez, la salud, la vivienda y los servicios públicos. Es decir, debe redirigir sus baterías para construir un país menos precario, así el discurso de la equidad o desigualdad se ponga en lista de espera. Atender los estragos del covid-19, ha puesto en evidencia que Colombia es un país precario en salud, educación e infraestructura, y que si esto se redirecciona, las personas en pobreza multidimensional pueden experimentar grandes mejorías. Es mejorar la calidad de vida desde el punto de vista de sus condiciones de salud, educación, mercado laboral, acceso a tecnologías de la información y comunicaciones, condiciones habitacionales e indicadores de bienestar; justamente esos pilares que le han permitido a países similares a Colombia atender mejor el coronavirus.
No se puede bajar la guardia de avanzar contra la pobreza multidimensional que es luchar y mostrar resultados contra la precariedad, pues las personas deben tener acceso a cierta cantidad de bienes públicos, como son salud y la educación, que tienen que ver con la pobreza. La monetaria, la que se pinta desde el consumo de los hogares, ingresos y gastos, también es importante, pero debe ser atendida más con la creación de empleo formal.
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