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El Gobierno movió al ministro de Comercio a Hacienda y ascendió al viceministro de la economía a jefe de la otrora cartera de Desarrollo y alfiler de unión con empresarios
El Gobierno Nacional movió sus fichas en el gabinete y pasó al ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, a la compleja cartera de Hacienda, al tiempo que promovió al viceministro de la economía política, Juan Alberto Londoño, como nuevo jefe del viejo ministerio de Desarrollo y quien será el alfiler de unión entre el Ejecutivo y el grueso del sector productivo. Todo un movimiento estratégico que busca revivir una reforma tributaria de tinte solidaria, responsable y consensuada que respalde y financie los necesarios programas sociales y se convierta en un mensaje contundente para las firmas calificadoras de riesgo y la banca multilateral de que el país sigue siendo ortodoxo en el manejo de la economía.
Ambos personajes tienen experiencia, carisma y son las fichas clave de la administración central en lo que tiene que ver con el remate del gobierno. Entre este mayo y agosto de 2022 hay 15 largos meses durante los cuales se deben dejar estabilizadas las cuentas fiscales y garantizada una estabilidad tributaria que le permita a las empresas tomar la decisión de invertir y generar empleo. Cada día que pasa se ve más complicado lograr que la economía se recupere a la velocidad que permita alcanzar el pronóstico de crecimiento de 4,5% en lo que resta del año, pues a los cierres del comercio, los controles decretados por los alcaldes por el tercer pico de la pandemia, se suma la ola de protesta social transformada en vandalismo en algunos puntos concretos que se traducirá en cifras rojas también para mayo.
Los ministros Restrepo y Londoño tiene la tarea contrarreloj de escribir un articulado tributario que interprete las reivindicaciones sociales, recoja lo más importante de la fallida tributaria y concierte con gremios, sindicatos y distintos protagonistas del paro nacional unos impuestos que -difícilmente- dejen a todos contentos. Complejo, más no imposible, pues Londoño “patinó” en el Congreso las dos últimas tributarias y Restrepo está revestido de credibilidad, buena comunicación y gran confianza para dichos objetivos.
La administración central tiene dos niveles de una suerte de jerarquía tácita: los funcionarios de la Casa de Nariño, anillo inmediato secretarial y consejera del Presidente y los ministros, quienes son los llamados a ejecutar las políticas públicas. En ese orden de ideas, Casa de Nariño debe abrir puertas y ventanas para el remate final del Gobierno en que las decisiones sean menos personales y más en función del país, y en lo que le corresponde a los ministros, estos deben actuar en función de su legado histórico de herencia en la política pública, en la que “ejecutar y ahorrar” debe ser su mantra de comportamiento. Todos en Casa de Nariño y en el gabinete deben estar en “modo tributario” enfocándose en un hecho histórico para que el país no solo logre la reactivación deseada, sino que difumine, a partir de los resultados, la escalada de protesta social.
Quince meses es tiempo suficiente para dejar un gran legado político, económico y social, en una coyuntura enrarecida en la que la pandemia se robó los días preciosos para haber llevado al país a otra etapa de desarrollo. No se puede evitar que este Gobierno Nacional sea recordado por la capacidad que tuvo para adaptarse a los duros tiempos de la pandemia.
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