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El petróleo sigue siendo el primer producto de exportación, pero con Trump en el poder la situación será más incierta y Colombia debe pensar en acelerar la diversificación
Hay que empezar a hacer cuentas serias sobre el futuro del petróleo y el peso que este tiene en las cuentas nacionales, lo que representa en las exportaciones y los ingresos que derivan los gobiernos de turno de la estatal petrolera, Ecopetrol. El modelo de negocio es muy rentable: se produce a US$35 el barril y se vende en la actualidad a más de US$65, pero si el panorama internacional cambia, toda la economía colombiana puede estar comprometida.
Estados Unidos, el gran comprador de petróleo, es ahora un gran productor y ha acelerado el fracking para ser más que autosuficiente; al tiempo, la ineludible transición energética toca a la puerta de las grandes economías y las energías extractivas están acorraladas por un mundo verde cambiante. Lo que hoy mantiene el petróleo con precios por encima de US$60, tanto en el WTI, como en el Brent, no es otra cosa que la tensión bélica en Oriente Medio y la invasión de Rusia sobre Ucrania.
Los dos conflictos internacionales en desarrollo han mantenido el precio del crudo alto, pero hay muchos ejercicios de prospectiva económica para los próximos años que dictan que con Donald Trump en la Casa Blanca, no solo se desescalarán los conflictos, sino que el mundo entrará en la verdadera transición energética en la que los automóviles autónomos y eléctricos serán la constante en la producción mundial.
En la actualidad, cada año, se producen más de 93 millones de automóviles en todo el mundo, sin contar el avance de los eléctricos, situación que está rehaciendo el sector a pasos agigantados. El anunciado secretario de eficiencia de Estados Unidos, Elon Musk, es el padre fundador de Tesla, la gran compañía de autos autónomos eléctricos, que están revolucionando el sector, justo en paralelo del avasallador avance de los carros asiáticos eléctricos.
No es un secreto que el grueso de la demanda de combustibles fósiles viene de la mano de los tenedores de carros; solo en Colombia hay cerca de 18 millones de automóviles con una demanda enorme de gasolina, diésel y aceites, productos afectados por el cambio de hábitos de los consumidores de autos. Las posiciones de Trump, Musk, más el desescalonamiento de los conflictos actuales, pueden derrumbar los precios del petróleo, abriendo un enorme hueco en las finanzas colombianas, en un país que siempre ha vivido los cambios internacionales como un gregario y no como líder.
No es acabar con la extracción y venta de petróleo, tal como lo ha planteado el presidente Petro desde el comienzo de su mandato, sino diversificando la canasta exportadora, acelerando la transición energética y dotando a Ecopetrol de una alta gerencia totalmente innovadora de cara al futuro de las energías limpias. No se trata de poner a la estatal petrolera a hacer carreteras y a montar paneles solares o molinos de viento; la recomendación es ser eficiente ahora hasta que los precios cambien e interpretar las señales empresariales del futuro para no quedarse viviendo en el pasado.
Seguir viviendo de Ecopetrol sin encaminar la empresa nuevamente hacia las eficiencias corporativas puede ser la catástrofe nacional. Pronosticar precios es bien irresponsable, pero alertar sobre factores que incidirán en la formación de los mismos es una obligación. La demanda de crudo a futuro no es la mejor y si Rusia regresa al concierto internacional con su producción diaria, el petróleo puede caer sin que nada lo detenga.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados