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Comportamiento del déficit fiscal
No hay Ministro de Comercio en propiedad y el plan para respaldar a la economía colombiana ante la volatilidad de los mercados no existe, aún hay tiempo para enfrentar la situación
No se puede negar que los fundamentales macroeconómicos de Colombia son mejores de lo que muestra la oposición política al presidente Petro, pero una inflación a la baja en 5,09%; un desempleo rumbo a un dígito de 10,3%; un crecimiento económico según el ISE de 2,6%; tasas de interés del Banco de la República estables en 9,5% y un peso que se resiste a devaluarse más allá de los $4.400, son factores satisfactorios en medio de la turbulencia económica que recorre al mundo, al menos durante los últimos ocho días.
Lo que sí es lamentable, es que el Gobierno Nacional no tenga un plan magistral para respaldar a los colombianos y a sus empresarios ante semejante inestabilidad que amenaza con profundizar la única asignatura económica en la que se raja de manera grotesca: la administración nacional; se trata de los precios del petróleo con un barril en picada ya en US$60, cifra que le abre un hueco a las finanzas públicas enorme en un momento en que el déficit fiscal amenaza con subir hasta 7%.
Si el crecimiento del segundo trimestre es inferior a 2,6% del primero, quiere decir que el recaudo tributario no mejorará en el transcurso del año y que el empleo formal volverá a crecer, pues son las empresas las que dan trabajo y pagan impuestos; y si la gesta arancelaria de Estados Unidos es adversa con países que no combaten de frente el narcotráfico, como Colombia, el país económico naufragará en el limbo de la incertidumbre según advierten las externalidades de una inminente recesión en el motor de la economía mundial y principal socio comercial el país.
Claramente, hay muchos puntos oscuros que obligan al Gobierno Nacional a tener un plan a mediano plazo que respalde al sector público y privado, pues en términos estatales, Ecopetrol, puede ser una de las empresas peor libradas si el arma arancelaria vuelve a esgrimirse sobre la economía local. Hoy más que nunca se necesita que Colombia tenga un plan contra la turbulencia económica mundial. Una suerte de plan contracíclico que proteja el crecimiento empresarial, el empleo formal, las exportaciones y les permita a los 14 millones de familias blindarse con una economía robusta.
No hay en el Gobierno Nacional una cabeza visible que tome el toro por los cuernos y ejerza liderazgo en esta dura coyuntura global; no hay un líder preparado, probo e idóneo -en propiedad- en el Ministerio de Comercio que trace un gran plan de protección y de manejo de la política arancelaria, o de respeto por el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Es el momento de ser protagonista en Washington con una tecnocracia idónea que no improvise palabras; el mundo está cambiando a pasos agigantados y la doctrina de negociación de Donald Trump puede voltearse contra el país o América Latina, un escenario que no se puede dar por poco probable.
La actual Colombia, (no olvidar el episodio de los deportados), no ayuda mucho en la política de EE.UU. con los carteles del narcotráfico; la descertificación del país por su pésimo plan de erradicación de cultivos está a la puerta, y tal como vamos con el cuento de la Celac, el país puede hacerse visible con el cuento, siempre inoperante, del bloque latinoamericano como una respuesta a los aranceles de EE.UU. Son momentos en los que el liderazgo racional de la economía es fundamental para que las externalidades no impacten a las familias.
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