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Los triunfos y las derrotas en el campo deportivo se han convertido en motor de la dinámica financiera de un país.
No solo se trata de entender las posibilidades del deporte en la economía, tal como lo argumenta la llamada economía naranja, hablaremos de la influencia de los logros deportivos en el espíritu del país y en el cambio de agendas que esta actividad logra en el quehacer nacional. No sin antes ahondar en que los límites de esta hipótesis que “representa una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y por supuesto, la herencia cultural de nuestra región (...) La economía creativa, definida por Hawkins, comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales, escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, televisión, radio, videojuegos”.
Según el texto de Felipe Buitrago, es un sector que en 2005 representó 6,1% de la economía global y que hoy, casi una década después, no ha sido registrado por el radar de la mayoría de los economistas. En términos de dólares, la economía naranja representó US$4,3 billones, algo así como 120% de la economía de Alemania o dos y media veces los gasto militares del mundo. Hablamos de las industrias culturales, creativas, ocio, entretenimiento, contenidos, industrias protegidas por el derecho de autor, economía cultural y economía creativa.
Por definición, entonces -Buitrago plantea que- es el conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. “El universo naranja está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales y las áreas de soporte para la creatividad”. Pero partiendo de estas ideas, aparentemente simples, vamos más allá y miramos la actividad deportiva como un factor económico más allá de los cuantitativo. Creemos que el cambio de agenda que permite la Selección Colombia de Fútbol; la gesta ciclística de los corredores colombianos en Europa; las ovaciones de nuestros cantantes en escenarios internacionales y nuestras estrellas en las diferentes pantallas, son insumos que llevan a crecer la economía, no solo por lo que puedan aportar a la dinámica económica, sino por el ánimo, el buen espíritu y la dosis de recarga que los triunfos le imprimen a nuestro devenir.
El deporte no solo contribuye a fortalecer la identidad nacional, sino que tiene el poder de cambiar la agenda para bien. Unifica criterios, activa el trabajo en equipo y sobre todo llena de unidad los criterios dispares. El deporte no solo es un asunto de entretenimiento, es una cuestión de identidad nacional.
La economía naranja. Fernando Buitrago e Iván Duque. BID 2013.
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