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Última semana de junio, o lo que es lo mismo, quedan 180 días para terminar un año que no pinta nada bien para una economía que no parece crecer más de 1,5% y quedar en deuda
A la economía le quedan solo unos 180 días para enderezar el caminado que va rumbo a un bajísimo crecimiento de no más allá de 1,5% al terminar el año. Según el informe Perspectivas Económicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la economía local crecerá 1,5% este año y 1,8% el próximo.
En el documento dice que el consumo y la inversión seguirán siendo moderados por las estrictas políticas macroeconómicas y la fragilidad de la economía mundial. Problemas como la inflación empezó a bajar en abril y dice la Ocde que “se prevé que siga disminuyendo hasta alcanzar el objetivo en 2025”.
El consumo de las familias se ha visto muy golpeado por la inflación que ya empezó a bajar desde abril, pero la variación de precios sigue siendo alta con más de 12% anualizada, dicho de otra manera, “las expectativas de inflación ya han superado su pico”, como enfatiza la Ocde y que las autoridades monetarias del Banco de la República refrendan con sus baterías dirigidas a estabilizar los precios y ceder en el alza persistente en las tasas de interés.
Hay un detalle interesante que ven los técnicos del “club de la buenas prácticas” y es que el elevado crecimiento salarial (el salario mínimo aumentó 16% este año), y un “mercado laboral resistente”, han amortiguado el efecto de la inflación sobre el poder adquisitivo, al tiempo que le han pasado la cuenta de cobro al consumo de las familias.
Pese a las buenas perspectivas, la Ocde prevé que la política monetaria siga restrictiva con el objetivo de reducir la inflación atípica para un país que por varios años estuvo anclado en 3%.
Al final, plantea que tras un 2023 débil económicamente hablando, el crecimiento se recuperará parcialmente en 2024, lo que no es distinto a decir que se vienen 180 días no solo difíciles en lo económico sino complicados en los político, pues el Gobierno Nacional ha perdido su control en el Congreso de la República y los resultados de las elecciones locales y regionales del próximo octubre no pintan nada bien para mantener esa hegemonía de izquierda en las políticas públicas.
El estilo de confrontación permanente de la actual administración ha caldeado el ambiente económico, con una suerte de revés bien interesante: los mercados internacionales y los inversionistas locales han advertido que las grandes reformas prometidas no se van a dar o a imponer, tal como se había previsto, y factores como la tasa de devaluación del peso se ha frenado y algunos inversionistas han reactivado sus planes de crecimiento en un mercado que no deja de ser interesante.
Si el pronóstico de crecimiento económico está entorno a 1,5%, quiere decir que habrá al menos un trimestre en negativo, y ese puede ser el que comienza la próxima semana, cuando se sienta de frente el alza permanente de la gasolina, el aumento del desempleo y empiece la ley de garantías como antesala a las disputas por alcaldías y gobernaciones.
En el sector en donde más se ve el frenazo que tendrá el trimestre entrante es la construcción, que sigue parada sin que el Gobierno Nacional haya dado señales de hacer alguna estrategia contracíclica. Ojalá se pueda evitar un lánguido cierre del año y que en la medida que vayan entrando los meses finales la reactivación del consumo logre que ese 1,5% se evapore y salte quizá al tradicional 2% o 3%. Difícil, pero todo puede suceder.
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