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Al nuevo Nobel de Economía se le debe la sensibilización a las personas para solucionar problemas lejanos clave como la jubilación
Hace una semana, en su informe al Congreso, el gerente general del Banco de la República, Juan José Echavarría, le hacía una recomendación a los consumidores sobre analizar muy bien el momento y las condiciones para adquirir nuevas deudas. En otras palabras, hacía un llamado a la racionalidad al comprar. Contra esa corriente, con mucha frecuencia, se oye pedir a los gremios de la producción que el Emisor siga bajando las tasas de interés para reactivar el consumo de las familias, pues este sector se ha convertido en una de las verdaderas locomotoras de la economía. Toda una dicotomía económica que se ha convertido en tema de discusión actual sobre el eje de la satisfacción de necesidades básicas, la caída en la seducción del endeudamiento, los efectos de la publicidad versus las condiciones reales para comprometer más pagos de consumo cuando los ingresos siguen siendo los mismos.
El premio Nobel de Economía 2017 recayó sobre ese tema de estudio y su pregunta de investigación: cómo las personas simplifican la toma de decisiones financieras mediante las creación de cuentas separadas en su mente. El estadounidense Richard Thaler recibió la distinción por su aportación a la economía conductual, esa línea de la ciencia social que se dedica a estudiar las causas y los efectos de las decisiones de las personas a la hora de definir una compra. El profesor de la Universidad de Chicago estudió la manera como se toman las decisiones económicas a nivel científico, las tendencias cognitivas, emocionales y sociales en el comportamiento de las personas; y ha unido todo este material de la esfera psicológica con la maneja cómo los individuos dan origen a un nuevo campo de la economía del comportamiento, utilizada para dinamizar el consumo.
Es una nueva área de la exploración económica donde juegan elementos como la racionalidad limitada y a la contabilidad mental; Thaler plantea en sus estudios que las personas simplifican las decisiones financieras creando cuentas separadas mentales. El concepto de “contabilidad mental” es nuevo y versa sobre las preferencias o prioridades en el momento exacto de tomar una decisión de consumo: ¿en cuántos años puedo pagar esta hipoteca? ¿Es necesario un seguro para la universidad de los hijos? ¿En qué sector de la ciudad tendré mejor nivel de vida? Thaler explica que hay una aversión innata en las personas al largo plazo y que existe la contabilidad mental que tiende a centrarse en las pérdidas. En conclusión, sus estudios exploran cómo las limitaciones cognitivas del ser humano pueden influir a los mercados financieros. A Thaler también se le adjudica la paternidad del concepto de empuje o refuerzo que se usa en el sistema financiero o en los fondos de pensiones para ayudarles a las personas ahorrar más para su jubilación remota, pero determinante.
Desde este punto de vista, es peligroso creer que toda la reactivación de una economía como la colombiana puede dejarse en manos de bajar la tasas de intervención del Banco de la República, mientras que al mismo tiempo se esté alertando por el crecimiento desmesurado en la cartera morosa de difícil recaudo. Más que tasas bajas de consumo y de miles de ofertas para endeudarse, el consumidor necesita racionalidad en sus decisiones y afinar más esa contabilidad mental que dice Thaler que todos tenemos dentro.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados