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El Plan Financiero del Gobierno tiene una expectativa de crecimiento de 5% para este año y de 4,7% para 2022, pero debe estar alineado con la estrategia de vacunación pública
En medio de los tambores de la nueva reforma tributaria, el Gobierno presentó su plan de financiación para este año sin profundizar en el avance de los nuevos impuestos que se derivarán del informe de la Comisión de Expertos Beneficios Tributarios a conocerse el próximo 17 de marzo. Se sabe que el objetivo es recaudar 1,5% del PIB equivalente a unos $15 billones.
Es difícil sincronizar crecimiento de la economía de 5% en 2021 y de 4,7% para 2022 con una reforma tributaria, pero menos, aún dejar de lado lo que más impactará el rumbo de la economía que no es distinto al plan de vacunación del mismo Gobierno. Es indiscutible que la variable económica de la velocidad de vacunación y regreso a la normalidad afectará el crecimiento; el primer trimestre no fue bueno y para crecer 5% debe garantizarse un segundo semestre en plena efervescencia de consumo, pero sin vacuna no hay manera de lograrlo.
El Ministerio de Hacienda justifica que el promedio de crecimiento se hace teniendo en cuenta un mínimo de incremento del PIB de 4,1% y un máximo de 6,8%, en un consenso alrededor de 4,9%, cifras que maneja el promedio de analistas independientes, la banca multilateral y las firmas calificadoras de riesgo. Dentro de los supuestos macroeconómicos se prevé también un alza de 2,4% de la inflación para 2021 y de 3% para 2022; lo que representaría un incremento de las tasas de interés del Emisor para el sistema financiero, hoy en 1,75%, que a su vez enviaría el mensaje de que los tiempos de dinero barato han pasado y que empezaría a subir la tasa de usura, la hipotecas y los créditos rotatorios. Si uno de los pilares de la economía es el consumo, el rebrote inflacionario y la consecuente subida de tasas, no ayudarían a que se consolide tal crecimiento, por tanto, debe el Gobierno Nacional lograr que los codirectores del Banco de la República no muevan las tasas al menos por los dos años siguientes.
Otro de los datos clave que entregó el Ministerio tiene que ver con el precio del barril de petróleo Brent presupuestado en US$53, bastante pesimista si se tiene en cuenta que hoy ronda los US$67 y que los analistas del mercado de hidrocarburos le apuntan a cotizarse por encima de US$70. Sin duda, el precio del crudo impactará la tasa de cambio esperada por el Gobierno de $3.466 al finalizar 2021, un dato también optimista, pero muy en sintonía con lo que suceda con el petróleo y las tasas de interés en Estados Unidos. El balance fiscal que se espera para 2021 espera un déficit de -8,6%, 3,5 puntos más alto de lo que se esperaba en junio de 2020, según Alberto Carrasquilla porque “en 2020 subestimamos la magnitud del impacto que iba a tener la pandemia, aunque siempre se entendió un problema que se acabaría en un año, sino de observarlo hacia dos años (...) La economía está siendo más resiliente y definitivamente se está viendo algo de recuperación en el margen por lo que el crecimiento sí se está restaurando gradualmente”.
No es un error ser optimista y ojalá todos los supuestos macroeconómicos del plan de financiación del Gobierno se cumplan, el punto es que todo ese optimismo económico debe estar sustentado en acciones de otras carteras que manejan el plan de vacunación, que hasta ahora va muy lento y genera más incertidumbre. Las dos cosas deben estar sincronizadas.
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