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El sistema financiero hizo un pacto con el Gobierno para inyectar a la economía una dosis de dinero barato destinado a sectores particulares que impulsarán el crecimiento
Lo que ha sucedido entre los bancos y el Gobierno Nacional es un ejemplo de cómo debe funcionar el país cuando se aúnan esfuerzos en bien de la economía. El Presidente de la República inició una pelea, muy a su estilo de desafío, con el sistema financiero, mediante una estrategia de política pública denominada inversiones forzosas, que no es una cosa distinta a obligar a los bancos a prestar dinero barato a unos sectores específicos; estrictamente no era dinero de los cuentahabientes, sino de inversiones baratas en papeles del Estado a tasas muy atractivas, dinero que regresaría al sistema en forma de créditos.
En Colombia la idea ha sido utilizada en el sector de la vivienda y en el agro en forma de créditos Finagro. El Ministerio de Hacienda y la Superintendencia Financiera copiaron al pie de la letra la idea de Gustavo Petro para ejecutar el plan de las inversiones forzosas, pero cuando se iba volver una ruinosa realidad, el gremio de los banqueros se sentó y trabajó con las autoridades financieras, y convirtieron la iniciativa en un pacto por el crédito acordado donde todos ganen y se le inyecte una buena dosis de dinero y de cordialidad.
Si todo está listo y empieza a ejecutarse con productividad, lo más probable es que se sienta en la economía la inyección de dinero barato en las manufacturas, el turismo, la industria y el agro, los sectores escogidos por el Gobierno Nacional para reactivarse. Es una idea novedosa que requiere agilidad en los bancos y seducción a los usuarios de los beneficios del dinero barato, que no son subsidios, sino financiación a proyectos reales que transformen la realidad nacional, muy golpeada por la ola de incertidumbre y el deterioro del orden público.
Entre el 15 de octubre y el 15 de enero del año nuevo, puede surtir un gran efecto para el cierre de 2024 y comienzos de 2025, con lo cual se cambiaría la tendencia de la economía, que crece poco, muy por debajo del real potencial. Pero lo mejor es la iniciativa concertada entre la banca privada y el Gobierno Nacional, que da un parte de victoria: en el primer mes del Pacto por el Crédito se desembolsaron $10,6 billones, muy enfocados a la transición energética.
Los sectores que más han crecido con la iniciativa son manufacturas y transformación energética con 33%, comparado con el año anterior, vivienda e infraestructura creció 22% y turismo, que creció 26,1%. El Gobierno ha enfilado las baterías para que el pacto baje a la banca cooperativa y quizá a las juntas de acción comunal; con toda esta estrategia, el alza del PIB puede llegar a 2% al final del año y avanzar hasta 3,5% en 2025.
Es un buen momento para afinar proyectos productivos y aprovechar no solo las políticas del pacto, sino también la caída en la inflación y la baja de las tasas de interés. Es un hecho que el IPC del año que termina estará por debajo de 5,5% y la tasa de intervención del Banco de la República se reducirá has un dígito al comenzar el año.
Es cierto que el pacto no nació al interior de la banca, que fue producto de las inversiones forzosas, pero el resultado es bueno porque toda la coyuntura está sumando para que la reactivación de sectores precisos se dé como consecuencia de los nuevos fundamentales económicos. El optimismo es fundamental para hacer cualquier negocio o montar un emprendimiento, y esa sensación empieza a generalizarse, al menos en lo que tiene que ver con el precio del dinero.
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