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En cinco meses solo se han matriculado 76.271 vehículos nuevos, una caída de 24,1%; el parque automotor no se está renovando como en otros mercados similares al colombiano
Uno de los indicadores de consumo más consultados y tenidos en cuenta para tomar decisiones es la venta de vehículos nuevos. Hasta hace unas décadas se analizaba la venta de cerveza, más adelante fueron los despachos de cemento, pero de un tiempo para acá, el mejor termómetro del comportamiento de la economía es venta de carros.
Y las noticias que llegan del pasado mayo no son buenas, la industria automotriz no levanta cabeza y nuevamente volvió a registrar cifras en rojo; según el más reciente informe de la Andi y Fenalco, las ventas del sector cayeron 30,1% en comparación con el mismo mes del año pasado.
Las cifras hablan por sí solas, el último reporte dicta que el problema es que la tendencia impactó a todos los segmentos e incluso la compra de vehículos híbridos disminuyó 14,1%, mientras que la de automotores eléctricos decreció 25,1%, respecto a mayo del año anterior.
La adquisición del parque automotor de carga cayó 40,5%, con respecto al periodo antes mencionado. Una situación dramática que se explica por las siguientes razones. La primera tiene que ver con las altas tasas de interés que asfixiaron la economía, hay que recordar y pasar la cuenta de cobro a los codirectores del Banco de la República, quienes llevaron el costo del dinero al mismo porcentaje de la inflación, 13%, sin lograr que los alimentos y los servicios reaccionaran, pero sí dañaron colateralmente el consumo.
Solo la tasa de usura fue certificada por la Superintendencia Financiera por encima de 45%. Al alto costo del dinero para cambiar los carros se le sumó el escaso inventario de vehículos más modernos; los importadores de carros no cuentan aún con el suficiente stock de vehículos nuevos y los tiempos de espera pueden ir hasta los seis meses; quiere decir que si se quiere estrenar carro en diciembre, hay que pedirlo en junio, una realidad derivada de la pandemia que infartó la producción de microchips y colapsó el sistema de logística de containers.
El tercer elemento que más ha afectado la escasa venta de carros es la devaluación del peso, que ha tenido altibajos que no ayudan a tomar la decisión de renovar el parque automotor. El grueso de los consumidores quiere un carro híbrido o eléctrico que no solo es más costoso, sino que se demora en la entrega y está altamente dolarizado.
Y un cuarto factor, a la luz de la realidad de que no se están vendiendo carros, es el cambio de gustos y anhelos de las personas más jóvenes. Desde hace casi una década, los jóvenes que han venido cumpliendo su mayoría de edad no contemplan un carro en sus haberes, no es su objeto de deseo como en generaciones anteriores, e incluso no quieren manejar, su centro de atención está más en los celulares, las redes sociales y el mundo gamer, más que en ponerse al frente de un volante.
En los países subdesarrollados como Colombia, que por ahora debe olvidarse de la meta de vender 300.000 carros al año, está que muchos jóvenes con posibilidad de comprar un carro prefirieren el transporte público, el carpooling o la bicicleta, es más, optan por la opción de ahorrar e irse al exterior, más que encartarse con un carro que les obliga a pagar combustible, parqueaderos, Soat, impuestos de rodamiento, seguro, muchos costos que nunca revertirán el dinero gastado en mantenerlo. Pero la conclusión es que el país se está llenando de carros viejos.
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