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El concepto de creación de valor compartido se abre paso como la nueva etapa de la responsabilidad social empresarial
Dice Michael Porter que el valor compartido es el conjunto de políticas y prácticas operacionales que mejoran la competitividad de una empresa, y a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas sociales en las comunidades en las que opera. “La creación de valor compartido se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre los progresos económico y social (...) Las necesidades de la sociedad, y no solo las necesidades económicas convencionales, son las que definen los mercados, y los males de la sociedad pueden crear costos internos para las empresas”.
Por estos días, puede verse en Colombia una paradoja que empieza a preocupar al mundo corporativo y que tiene todo un soporte teórico en palabras del mismo Porter: “mientras más se adopta la responsabilidad corporativa en las empresas, más se las ha culpado por las fallas de la sociedad”. Cada vez con mayor frecuencia las comunidades le achacan a las empresas muchos de sus problemas crónicos, y el surgimiento de la responsabilidad social empresarial no ha mitigado la situación, y, tal vez, lo ha aumentado, enmarcado en la creencia popular de que se está regalando pescado y no enseñando a pescar.
Porter, en el Foro Global sobre creación de valor compartido realizado en Cartagena, dijo a los empresarios y a los representantes del Gobierno que “crear valor compartido es reconcebir o rediseñar la intersección entre la sociedad y el desempeño corporativo”. Solo ahora se está empezando a reconocer el poder transformador del valor compartido que propende por desarrollar conexiones entre el progreso económico y el de la sociedad; aquí se “tiene el poder de detonar la próxima oleada de crecimiento global”. Ya existe en Colombia un creciente número de empresas conocidas por liderar esta tendencia, como Nestlé, Unilever y Éxito, que han desarrollado iniciativas clave de valor compartido. Para el profesor de Harvard, existen tres formas clave en que las empresas pueden tener oportunidades para crear valor compartido: al reconvenir los productos y mercados; al redefinir la productividad en la cadena de valor y al permitir el desarrollo de un cluster local.
La importancia real del evento realizado en asocio con el BID, radica en que se abre paso una nueva etapa de la responsabilidad social empresarial, que poco a poco se ha ido desgastando al interior de las empresas (algunas nunca la entendieron) y otras no han encontrado un nuevo foco. Pero más desgastado está el concepto de RSE en las comunidades, que han encontrado en esa estrategia corporativa una mina de soluciones individuales y muchas veces temporales. La creación de valor compartido llama la atención sobre este punto y abre un nuevo escenario de sensibilización sobre el papel corporativo en las comunidades.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados