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La fábrica de individuos para la sociedad es la familia y no hay políticas públicas diseñadas para disminuir sus precariedades, la economía del cuidado es el camino para lograrlo
“La economía del cuidado es el conjunto de relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo de servicios de cuidado, que pueden ser de tipo mercantil, o no mercantil y están mediadas por elementos históricos, culturales, ideológicos e institucionales”. Esa es la definición conceptual que el Dane le otorga a uno de los pendientes más grandes de la estructura social en Colombia y en donde residen las soluciones a problemas crónicos que a veces no tienen explicación.
Muchas de las situaciones problema tienen que ver con temas éticos, morales o de simple justicia; conceptos que con el paso del tiempo se han tornado flexibles, deteriorando la relación entre los deberes y los derechos de las personas. Cosas como homicidios, robos, corrupción pública y privada, extorsión, secuestro, entre otros flagelos que tienen al país como uno de los más violentos del mundo; todo ello tiene que ver con las tragedias diarias que aquejan a los 14 millones de familias que hay en Colombia.
La sociedad se desestructura cuando las familias, cualquiera sea su conformación, se alejan de unos principios básicos de responsabilidad y de calidad de vida. Y es la pobreza, la falta de ingresos lo que más incide en la generación de los problemas. Madres cabeza de familia que deben ser papá y mamá al mismo tiempo; abuelos que educan a sus nietos; madres adolescentes; padres ausentes, toda una serie de situaciones sociales caóticas en donde residen casi todos los problemas nacionales.
Claro que también hay familias que lo tienen todo, pero fallan en sus valores, responsabilidades y educación. La importancia de la economía del cuidado en la estructura social puede ser una manera de enfrentar el problema y minimizar el impacto de la pobreza en la formación de las familias.
El Dane ha empezado, desde hace algún tiempo, a cuantificar una deuda social llevando los números en una Cuenta Satélite de Economía del Cuidado creada en cumplimiento de la Ley 1413 de 2010 “por medio de la cual se regula la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas”.
Lo importante de este avance es lograr visualizar el panorama de la distribución del trabajo total realizado dentro de la frontera de producción del Sistema de Cuentas Nacionales y el Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado que se realiza al interior de los hogares y se ubica fuera de la frontera de producción, desde el punto de vista de la oferta laboral.
Una de las grandes conclusiones de los primeros informes es que a la economía del cuidado aún no se le otorga el valor económico que tiene ni su aporte a la solución de problemas crónicos sociales, pues sólo existe valor cuando hay relaciones económicas mercantiles.
La misma sociedad ha creado discriminación sexual sin valor económico, es decir una doble victimización de las mujeres quienes son en su mayoría las dolientes de la economía del hogar. El Gobierno debe darle un valor económico a esta economía como una manera de luchar por la igualdad y el fin de la discriminación sexual, pagando salarios en las actividades domésticas.
El mismo Dane dice que es una actividad que puede representar 19% del PIB. Un enorme valor que se queda corto si se mide el impacto social y minimización de problemas derivados.
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