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Hamás abrió otro frente de batalla de desestabilización geopolítica que moverá los precios del petróleo, pues Irán, Arabia Saudí y Rusia son los grandes jugadores del mercado
Nadie, por más teorías que elabore e intente explicar, puede demostrar que Hamás, la organización palestina yihadista, nacionalista e islamista, ha abierto un nuevo frente de batalla global con grandes repercusiones en el precio de los combustibles fósiles.
Si miramos la lista de los miembros de la Organización Mundial de Países Exportadores de Petróleo, Opep, tendremos que los conflictos en Ucrania y ahora, dentro de Israel, anclarán el costo del barril de petróleo al alza en los próximos meses, afectando la inflación heredada de la pandemia y que hasta hace unos cinco meses empezaba a ceder.
La Opep está integrada por Angola, Arabia Saudita, Argelia, Catar, Ecuador, Emiratos Árabes, Gabón, Guinea, Indonesia, Irak, Irán, Kuwait, Libia, Nigeria, Congo y Venezuela, y cuando se refieren a la Opep+, entra en el grupo Rusia.
La mayoría de los 17 países participantes en éste cartel de precios tiene una buena parte de su población musulmana y ha sido militante o respalda el proyecto del Estado Palestino, por tanto, no condena abiertamente el accionar terrorista de Hamás, ni es amiga de aumentar la producción de petróleo para mitigar los precios en todo el mundo.
Dos guerras están servidas en este momento y ambas tienen un fuerte impacto en el mercado de los hidrocarburos. Antes del ataque terrorista y que Israel declarara la guerra total a Hamás los precios internacionales del petróleo repuntaron 34% en el tercer trimestre de este año, debido principalmente a los recortes de Arabia y Rusia, dos de los principales productores y exportadores de la materia prima en el mundo; no se puede desconocer que el Brent del Mar del Norte subió 27,25% entre julio y septiembre, a US$95,31 por barril, mientras que el referencial estadounidense West Texas Intermediate, WTI, tuvo un incremento de 28,78% en el trimestre a US$90,97 por barril.
Una situación de precios que ahora se ve presionada por la incertidumbre de una segunda guerra que impactará a los miembros más importante de la Opep +. La tradicional encuesta de Reuters a analistas del mercado pronosticó antes de escalar el conflicto que el Brent tendrá un precio promedio de US$89,85 por barril durante el cuarto trimestre y de US$86,45 en 2024, cifras antes de los ataques que claramente acelerarán las alzas.
La última vez que el Brent superó los US$100 por barril fue a finales de agosto del año pasado, mientras que el WTI fue en julio de 2022. Los precios futuros a noviembre llegaron a US$90 por barril, el salto a los US$100 puede llegar más pronto de lo esperado, si Israel toma represalias bélicas con los países vecinos y la mediación al conflicto palestino que estaban haciendo Arabia y Estados Unidos no se estanca con los sucesos del pasado fin de semana y el mundo regresa a conflictos aparentemente superados en la década de los años 70, como si fuera un eterno déja vú.
La gran conclusión y al mismo tiempo, gran temor, es que la inflación que parecía derrotada en casi todo el mundo, puede tener un repunte si la beligerancia se extiende a las naciones productoras como Irán y Arabia Saudí. De momento, para que el ataque de Hamás tenga un impacto significativo en los mercados debe configurarse una reducción sostenida en el suministro o el transporte de petróleo, situación muy factible si los bombardeos continúan y el conflicto se torna duradero como el de Ucrania y Rusia.