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Los precios del petróleo continúan con su tendencia al alza por la incertidumbre que genera un posible escalamiento en el conflicto en Ucrania y el Medio Oriente
Un barril de petróleo más cerca de los US$100, tanto brent como WTI, parece ser la tendencia al comenzar en pleno el segundo trimestre de 2024. Siempre las noticias que llegan del bien llamado “oro negro” son agridulces para Colombia: primero, porque una moneda estadounidense cara implica que los empresarios tengan que importar abonos, plásticos, aceites y alimentos para animales, entre otros, más costosos de lo normal, pues Colombia no ha logrado, ni se lo ha propuesto, desarrollar una industria que reemplace importaciones derivadas del crudo. En lo dulce está que Ecopetrol venderá petróleo caro y eso es saludable para las finanzas del país. Producir un barril le puede costar a la empresa mixta unos US$30, y todo lo que suba desde ese monto será ganancia; un precio aún alto, si se compara con los US$5 o US$7 que le cuesta a un país del Medio Oriente producir el mismo barril. La estatal petrolera debe trabajar mucho más en reemplazar importaciones, por ejemplo, haciendo una empresa de fertilizantes o modernizando las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja, al tiempo que debe enfocarse en hacer que la compañía sea mucho más eficiente. Dicho de otra manera, unas son de cal y otras de arena cuando de precios del petróleo se trata, lo que sí es una realidad es que ambas situaciones le pasarán la factura a la tasa de cambio sostenida desde hace varios meses por debajo de $4.000, un precio inédito que está afectando a los exportadores de café, petróleo, carbón y frutas. Obviamente, beneficiando a los importadores y colombianos que ganan en pesos, pero gastan en moneda estadounidense. Seguramente, el primer mes del segundo trimestre, dadas las alzas del crudo, va a cerrar con un dólar estancado en torno a los $4.000, una situación que puede ayudar efectivamente a que los empresarios tengan estabilidad a la hora de planear el segundo semestre. El otro frente de análisis del dólar tiene que ver con la tasa de inflación de EE.UU., que en marzo fue de 3,5%, por encima de 3,4% que esperaba el mercado y de 3,2% del mes anterior, mientras que el dato subyacente, que excluye la volatilidad de los precios de la energía y los alimentos, mostró una tasa de 3,8%, también por encima de las expectativas. Lo que quiere decir que se aleja una eventual baja pronunciada de tasas por parte de la Reserva Federal en junio, que podría llevar a que el dólar repunte, pues muchos capitales golondrina buscarían los mercados emergentes con mayores rentabilidades. Teniendo en cuenta la expectativa por el precio del petróleo, las tasas de interés en Estados Unidos y otras externalidades, es factible plantear que la tasa de cambio vaya a convertirse en un dolor de cabeza para las autoridades económicas colombianas. En ese orden de ideas, puede darse un parte de tranquilidad en materia de desarrollo de planes de inversión. Indiscutiblemente, el petróleo sí va a dictar la línea que siga el precio del dólar en las próximas cuatro semanas; la Fed tiene planeados dos recortes de tasas de interés en lo que resta del año, lo que podría afectar la tasa de cambio local, situación que se alteraría si Estados Unidos percibe una desaceleración de la demanda, al tiempo que se reduzca la inflación. Una coyuntura viable, pero bien entrado el segundo semestre. En términos monetarios, las externalidades han ganado mucho peso.
¿Cuánto pesan en el PIB las economías ilegales? ¿Cuánto vale en términos de PIB la violencia crónica? ¿cómo incide la monetización de los cultivos de coca y marihuana en la tasa de cambio?
No hay un viceministro, ni responsables en la dirección de política macroeconómica y la subdirección de programación, roles clave para el engranaje técnico del ministerio
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