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Los colombianos se rajan en temas del bolsillo y es un deber sensibilizar sobre los costos más cotidianos como agua o luz, precios a los que los consumidores no les prestaban atención
El santanderismo colombiano le ha transferido a la factura de servicios públicos conceptos bien enredados a una acción que debe entenderse como algo corriente de las finanzas personales. Si se observa bien la fórmula de pago de la energía en cualquier recibo se encuentra con cosas como: cargo por confiabilidad, opción tarifaria, aporte a La Guajira, aporte a la seguridad, basuras, entre otros detalles que deben descomponerse.
Lo más importante es que cada familia sepa con exactitud cuáles son los componentes de lo que paga, qué está subsidiando, qué le subsidian, en general de dónde sale el precio. Lo clave es el consumo familiar y el costo del kilovatio hora y de dónde sale el precio; cómo funciona la Bolsa de Energía; quién la maneja, pero sobre todo, quién la vigila para que no haya excesos con los consumidores.
Lo que sucedió la semana pasada es más que curioso, no solo se juntaron que la Superintendencia de Industria y Comercio visitó a las empresas generadoras de energía para ver su papel en la formación del precio y cómo ponen los precios, sino que empezó a llover y llegaron buenas noticias de Hidroituango; todas esas eventualidades se juntaron y el kilovatio hora pasó de casi $1.500 a $400, una caída sin precedentes en la historia reciente.
Según las cifras reportadas por XM, el promedio de precio de la energía en bolsa ha caído por cinco días consecutivos, pasando de $1.479,18/kWh el 24 de octubre de 2023 a $371,72/kWh el 29 del mismo mes.
La entrada en operación de las turbinas tres y cuatro de Hidroituango y de Termocandelaria, han ayudado, pero las recientes visitas administrativas de la SIC a empresas del sector, también forzaron las cosas a la baja.
En meses pasados, muy a pesar de las lluvias, los precios de la energía subían en contravía de la realidad, el supuesto era que el gas y el carbón ponían la cifra del kilovatio; pero las cosas cambiaron y la tendencia era la misma. Aunque el pasado octubre estuvo marcado por fuertes lluvias, El Niño se mantiene presente y el riesgo de racionamiento sigue en las prospectivas energéticas.
El Ideam espera que el evento climático tenga mayor intensidad durante noviembre, diciembre y enero. Los efectos se sentirán al menos hasta mayo de 2024 y la probabilidad de que el fenómeno sea fuerte está entre 75% y 85%, según el reporte del 26 de octubre.
Las empresas son las más afectadas por los altos precios, no solo de los combustibles fósiles, sino de las millonarias facturas de servicios públicos; la estructuración de este costo fijo debe ser mucho más transparente para que los modelos económicos se ajusten más a la realidad y no se configuren los saltos de los últimos años.
El consumidor debe manejar más su consumo y el costo para poder administrar mejor sus finanzas personales. En Colombia el precio del galón de gasolina y de Acpm es muy sensible, incluso se han desatado grandes protestas por pequeñas alzas, no sucede lo mismo con el precio del kilovatio hora, que debe ser más popular, para que la gente pueda hacerle seguimiento, autoregularse y que no sea solo un insumo para las distribuidoras de energía quienes, son a su vez, las que solo entregan la factura.
El limbo en el que está el sector ha servido para que se oscurezca el panorama de formación de precios, por fortuna, la SIC está haciendo su papel de proteger al consumidor, en este caso, del que paga la energía.
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