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La decisión de la Anla de archivar la solicitud de licencia de AngloGold Ashanti para la mina Quebradona en Jericó es una alerta al sector para profundizar y reforzar su sostenibilidad
Desde el siglo XVI, Colombia es un país minero, incluso hay vestigios precolombinos que delatan la vocación de explotación de minerales sólidos, como el cobre y el oro, en todo el territorio; luego vino el carbón como mineral de combustión; más adelante el cemento, las gravillas, la calizas y toda una larga lista de materiales propios de la construcción.
La extractividad de minerales energéticos es fundamental para las exportaciones, 40% de la canasta de ventas al exterior; el grueso de la inversión extranjera va a ese sector y casi la totalidad de las regalías se derivan de la extractividad. Solo los más fundamentalistas se oponen a la explotación minera y energética, es una actividad fundamental para mejorar la calidad de vida y garantizar el bienestar de muchas zonas del país.
El punto en donde saltan las diferencias es la responsabilidad social de las multinacionales mineras, la sostenibilidad de sus ejercicios, la transparencia, pero sobre todo, la garantía de realizar una minería sana con el ambiente y la salud de las personas. La Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla) volvió a dar un golpe en la mesa del tablero minero al archivar la licencia ambiental de Quebradona, mina ubicada en Jericó, Antioquia, solicitada por la multinacional sudafricana AngloGold Ashanti y que tenía divididos todos los sectores sociales en esa región. Les sucedió lo mismo que en La Colosa, ubicada en Cajamarca, Tolima, quizá una de las reservas de oro más grandes del mundo.
El archivo de la licencia se hace porque los solicitantes no entregaron información completa solicitada por la Anla o la recepcionada no resulta ser suficiente para resolver si el proyecto debe ser o no licenciado. ¿Qué opciones le quedan a la multinacional? Desistir del proyecto, dejarlo archivado y que ese trámite muera y volver a presentar un nuevo trámite de licencia ambiental, o presentar recurso de reposición contra ese auto a ver si la confirman o no.
Por ahora, lo que más preocupa es la afectación del recurso hídrico y el destino del material desecho producto de su actividad minera, máxime cuando, en el caso de Jericó, es un distrito ecoturismo. En su defensa, la sudafricana plantea que “el proyecto Minera de Cobre Quebradona cuenta ya con todos los demás permisos y licencias requeridos para iniciar su ejecución, incluyendo el permiso de sustracción ambiental otorgado por Corantioquia y la aprobación del PTO por parte de la Secretaría de Minas del departamento. Así mismo, la relación de confianza y aprobación por parte de la comunidad tiene actualmente un nivel de favorabilidad cercano a 75%. La licencia ambiental es el último paso por surtir”.
Y se queja porque la compañía no ha recibido notificación oficial alguna por parte de la autoridad ambiental sobre la evolución del proceso de licenciamiento. Por su parte, la Asociación Colombiana de Minería dijo que se afectaría la generación de empleo y da un mal mensaje a los inversionistas extranjeros. La disputa está nuevamente sobre la mesa y todos deberán volver al punto de partida, pero queda un gran tema en el ambiente y es qué tipo de minería se está desarrollando en Colombia y cuál debe ser el camino para que el cobre, oro, carbón, cementeras, gravillas, calizas, entre otros minerales, sean un gran negocio en donde todos ganen, no solo los mineros ilegales que no necesitan licencias para hacer daños ecológicos, matar y amenazar.
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