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El departamento de Antioquia está a punto de realizar un sueño: conectar a Medellín con el mar en 4,5 horas, de eso se trata el túnel del Toyo, el más largo de América Latina
Mientras en el país político colombiano sigue el monotema de petristas versus uribistas o santistas, gaviristas, hasta pastranistas y duquistas, el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, daba a conocer que hubo luz al final del túnel del Toyo, es decir ya hay una vía asombrosa que conecta a Medellín con el mar Caribe en poco menos de cuatro horas y media. Un sueño de hace siglos que solo se cumple si se trazan metas megas y perseverancia.
“Cae la última roca que nos separaba del mar, el Túnel Guillermo Gaviria Echeverri se abre paso en la cordillera Occidental y un mundo de oportunidades aparece en el horizonte. El orgullo no nos cabe en el pecho, excavamos el túnel más largo de América. ¡Una vez más demostramos la pujanza antioqueña!”, trinó el gobernador. La gran obra se soñó hace más de un siglo, pero los trabajos reales comenzaron hace 62 meses como parte de un moderno corredor vial entre los municipios de Giraldo y Cañasgordas.
Una obra impresionante que le servirá a Bogotá, pues hoy está a mil kilómetros del puerto de Barranquilla, y de entrar en operación los puertos del Urabá antioqueño, se acortará en 263 kilómetros la distancia entre la capital de Colombia y el mismo mar Caribe. Esa iniciativa facilitará la circulación de carga entre el puerto de Buenaventura y los futuros puertos a través del valle del río Cauca.
Hasta hace un par de décadas, viajar por tierra a Urabá desde Medellín era un auténtico calvario, por las curvas, el mal estado de la vía y los derrumbes que eran una constante; desde la administración Santos se pusieron en marcha las 4G, Mar 1, el túnel del Toyo y Mar 2, que han ido avanzando a paso muy lento y con muchos inconvenientes, pero ya está trazado el futuro del comercio exterior colombiano que abrirá competitividad en una de las zonas más ricas del continente americano; ahora el problema es entregar a tiempo todas las obras de conexión para que la economía tenga una verdadera oportunidad de crecer.
Son 9.730 metros excavados en la cordillera que pone a Colombia en el radar de la ingeniería regional, aún faltan muchas cosas, pero lo grueso de la obra ya está, seguramente, alcaldes y gobernadores que sean elegidos el próximo último domingo de octubre se van a enfocar en concluir y entregar al servicio, antes de un lustro, el túnel más largo de América Latina.
La continuidad de las mega obras entre los gobiernos es fundamental, una característica de los antioqueños, pues el otro túnel de Oriente, que conecta a Medellín con el aeropuerto de Rionegro, solo se logró con el concurso de los mandatarios regionales desde comienzo de los años 2000; allí es ausente la mezquindad y el canibalismo regional, presente en otros departamentos del país; son chocantes las comparaciones, pero se debe hacer brillar que Medellín tiene dos aeropuertos, los túneles más largos del continente y unas empresas públicas que son la espina dorsal de la economía; mientras que en la capital del país se meten palos en la rueda al metro desde hace 70 años, no hay túneles para conectar ni siquiera Bogotá con La Calera y las grandes vías poco a poco se convierten en muladares sin dolientes.
Seguramente, esta gran noticia y su impacto pasen desapercibidos en las redes sociales porque es más importante seguir soplando sobre la pugnacidad de los políticos y politiqueros que tienen anclado al país económico en el pasado.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados
Colombia registró el pasado octubre la tasa de natalidad más baja de la última década, visibilizando un problema de grandes consecuencias para la economía