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EDITORIAL

El verdadero costo que va dejando el covid

miércoles, 27 de enero de 2021

Las muertes que deja el virus solo impactan cuando llegan a familiares o a personas públicas, el verdadero costo se revela al desaparecer vidas con huellas y legados

Editorial

El Ministerio de Salud lleva una acuciosa lista de casi 52.000 muertes causadas por el coronavirus, los nombres de esas personas solo llegan a los medios de comunicación cuando tienen o han tenido roles y funciones con huella en la sociedad, pero la inmensa mayoría solo vivirán en los recuerdos de sus familiares, sus círculos cercanos o de quienes los conocieron en vida. Aún la tragedia derivada del covid-19 está en la fase de pleno desarrollo, brote tras brote, con una luz al final del túnel y es que las vacunas lleguen pronto y se comience el más ambicioso plan de vacunación en todos los países; mientras eso sucede, como si fuera un nuevo desafío, llegan noticias de otras cepas que siembran más incertidumbre sobre cuándo pasará esta mala hora.

Solo en dos ocasiones durante este siglo, la política colombiana se ha sacudido por la muerte de un ministro en ejercicio. Hablamos de Juan Luis Londoño, ministro de Salud en el primer gobierno de Álvaro Uribe, quien pereció en un accidente aéreo en 2002 y el de Carlos Holmes Trujillo, excanciller y actual ministro de Defensa de Iván Duque, quien ganó muchas batallas políticas, pero perdió una fugaz lucha contra el virus. El exministro Trujillo es una de las pocas figuras políticas que en la historia reciente del país ocupó cuatro carteras en distintos gobiernos, fue alcalde, alto consejero, embajador, candidato y directivo gremial; estaba al partidor para empezar la etapa definitiva de su vida pública como otra vez candidato presidencial para la contienda de 2022, pero el covid se atravesó en su camino y lo inscribió en esa escasa lista de prohombres que nunca ocuparon la Casa de Nariño como primer mandatario, pero que en su carrera pública tenían en el horizonte el puesto en la Presidencia: Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez, Horacio Serpa y Carlos Holmes Trujillo. El covid se ha encargado de recordar que la vida está llena de sorpresas muy a pesar de que el mundo caminaba en medio de seguridades falaces.

La lista de pérdidas humanas es muy larga y toda vida deja huella, al menos entre sus más cercanos, pero pocas son de público reconocimiento y su legado profesional salta a la vista. El otro líder que ha dejado esta vida, a causa del virus, fue Julio Roberto Gómez, uno de esos hombres que se jugaron su destino por los derechos de los trabajadores dando batalla en las necesarias reivindicaciones sindicales. Durante las tres últimas décadas, Gómez siempre fue un referente en la lucha por mejores condiciones laborales y por la existencia de la voz sindical; a él se le debe el cambio de actitud de las centrales obreras con los ministros de la economía, pues siempre los vio como puntos de vista distintos y no como enemigos en las discusiones de corte laboral.

El verdadero costo, la factura que deja el covid, la cuenta de cobro, justamente es eso: personas en todos los ámbitos de la sociedad, en todos los sectores que están muriendo dejando profundos vacíos y la gran tarea de llenar zapatos difíciles de calzar. La penosa desaparición de un ministro, de una gran abogada o de un líder sindical, debe trascender para llamar la atención sobre la dimensión de improntas personales, económicas o políticas, pues se esfuman conocimientos, roles y funciones que seguramente se remplazan, pero costará tiempo y adecuación.

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