Empresas son irremplazables y constructoras

Como cada año por estos días, la Superintendencia de Sociedades presentó el informe de las empresas más grandes del país, con base en los balances reportados al cierre de cada año, en esta oportunidad 2023. Las conclusiones a vuelo de pájaro no son tan malas como puede dictar la nube negra de incertidumbre que se ha posado sobre la economía y las personas que hacen empresa.

Que todo puede mejorar y que los resultados no son tan extraordinarios como antes, puede ser cierto, el punto está en que Colombia es un país de trabajadores, emprendedores y empresas, que le aportan a la economía una alta dosis de desarrollo y bienestar. En pocas palabras, unos roles y funciones irremplazables en la construcción de la economía y el bienestar social.

Es un informe que bien podría generar alegría o tristeza; lo primero, porque son miles de compañías trabajando por dar empleos formales, satisfacer unas necesidades de mercado y pagar impuestos, y lo segundo, porque hay empresas en apuros, que pasan por serias dificultades por la onerosa carga tributaria o por ineficacia del Estado como torre de control.

No se puede perder de vista que la economía colombiana es muy reglamentada, el régimen laboral es inflexible, las cargas parafiscales muy pesadas, entre otras realidades, como la campeante inseguridad, todo eso demuestra que hacer empresa es una labor de quijotes, más cuando se trabaja en las regiones.

Cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, identificó las instituciones públicas de regulación, vigilancia y control, sobre las cuales deben descansar las compañías y apoyarse las empresas, destacó a tres superintendencias para que trabajaran en ayudar a madurar, fortalecer y multiplicar el tejido empresarial de un país en camino del desarrollo como Colombia: Sociedades, Industria y Financiera, son esas oficinas públicas sobre las cuales descansa el tejido empresarial del país, y es la vigilancia bien entendida, una manera de hacer que todo funcione y que siempre la población económicamente activa, de casi 25 millones de personas, tenga verdaderos cimientos para conseguir un trabajo formal o desarrollar un emprendimiento.

Con un filtro cuantitativo, decir que un millar de firmas obtuvieron ingresos por $1.313 billones, no aporta mucho, lo que sí es una absoluta realidad es que esos miles de billones generaron impuestos y pagaron salarios. Con la misma óptica, el informe de resultados empresariales de la Supersociedades visualiza un crecimiento de 4% frente al dato de 2022, cuando fue de $1.265 billones, lo que no es distinto a que avanzamos muy a pesar de las complejidades políticas, externalidades y problemas crónicos de país.

Técnicamente, el comportamiento de la actividad empresarial refleja incremento en ventas con relación al mismo periodo del año anterior, pero inferiores con la inflación incluida. Las ganancias llegaron a $99 billones, 24% menores a las de 2022, cuando ascendieron a $130 billones, un nubarrón que debe ser resuelto con mayor dinámica en todo el país, pero en esencia es bueno, pues refleja un país empresarial que se mueve, no se estanca y apuesta por Colombia.

El país económico no tiene un camino distinto a seguir creciendo; hay miles de emprendedores y empresarios en ello, invirtiendo y trabajando; estos resultados son una foto de que hay país, hay una red que es constructora e irremplazable.