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La protesta social en Colombia ha alcanzado niveles un poco locos, no es sino mirar la huelga de hambre en contra de la tecnología en los taxis
A lo largo de la historia de la humanidad se han repetido varias veces las mismas situaciones: grupos de hombres energúmenos que se oponen a la llegada de las nuevas tecnologías porque ven amenazados sus trabajos. Los pioneros de esta suerte de protesta social fueron los artesanos ingleses de finales del siglo XIX, quienes en los albores de la primera revolución industrial decidieron torpedear y sabotear los telares de bases mecánicas pues atentaban contra sus labores ancestrales. Era como si los pintores de paisajes y retratos de ese mismo siglo la hubieran emprendido contra del daguerrotipo, el incipiente proceso fotográfico que no solo le daría origen a la fotografía moderna sino al cine y el video más adelante. Casi siempre al lado de un gran innovador, hay vigilante un oscurantista que busca cómo oponerse y destruir las ideas de cambios disruptivos para el mejoramiento de la sociedad.
El fragmento anterior pareciese sacado de un episodio lejano, perdido entre los anaqueles de las bibliotecas, pero no, es lo que la Alcaldía de Bogotá tiene que padecer con las protestas de los taxistas que se han ido lanza en ristre contra las tabletas que modernizan los pagos, aseguran el servicio para los usuarios y garantizan los cobros a los empresarios y propietarios individuales de este sistema de transporte. Recordemos que la máxima autoridad Distrital dio un paso enorme en la modernización del servicio de taxi en la capital, exigiendo tabletas a los taxistas, no solo para mejorar el servicio de cara al usuario; competirle con eficiencia a las nuevas plataformas de transporte como Uber, sino contribuyendo enormemente a la seguridad de los mismos taxistas. Pero con gran sorpresa se ha visto que los mismos taxistas, sujetos de este desarrollo disruptivo para la ciudad, no han aceptado la modernización, esgrimiendo razones peregrinas, como la inseguridad o la máxima negación del uso del dinero electrónico.
El Distrito está socializando un nuevo calendario para la puesta en marcha del sistema que está dividido en tres secciones, dependiendo del último número de las placas. Así la norma, los taxis cuyas placas finalicen en 4, 5 y 6 deberán implementar el cobro mediante tabletas a más tardar el 30 de junio de este año. Los que terminen en 7, 8 y 9 tienen plazo hasta el 31 de julio y, por último, 0, 1, 2 y 3 tendrán que tener implementada la plataforma tecnológica a más tardar el 31 de agosto, todo en este año en curso, pero las disculpas se han venido presentando, pues para nadie es un secreto que tras las protestas hay un interés delictivo de seguir todo como está: cobrando tarifas elevadas; no hacer devoluciones de dinero; manejar efectivo sin control, y lo peor de todo, hacer que la anarquía de los taxistas en Bogotá nunca termine y las nuevas tecnologías no lleguen jamás. Ojalá el Distrito haga cumplir la norma y no retroceda ante las presiones, y que las empresas que no informen sobre el avance tecnológico de sus taxistas, sean multadas con más de 700 salarios mínimos legales mensuales vigentes; pero es la suspensión y cancelación de la habilitación lo que mejora notablemente el servicio y frente a esta última acción las autoridades no deben aflojar. El otro proceso complementario es que la Secretaría de Tránsito someta y castigue al creciente servicio informal de los llamados Uber X que se han tomado la ciudad.
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