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Se abren paso en el sector financiero los nuevos bancos o “neobancos”, más allá de la plataforma o interfase de uso del usuario, la diferenciación debe estar en tasas y confianza
La evolución de los servicios bancarios y financieros es notable con la llegada al mercado local de los llamados “neobancos”, entidades digitales que funcionan bajo un paraguas tecnológico que no necesita de sucursales físicas, dejando a merced de los cuentahabientes todas operaciones desde cualquier lugar, hora, día o mes del año.
Son el “Uber” de la banca tradicional, sus transacciones son más baratas, con mínimas huellas de carbono en su servicio porque no tienen los espacios físicos ni la logística de la vieja banca. Están basados en ecosistemas tecnológicos que evitan papeles, trámites e intermediarios entre el dinero y su dueño, como ejecutivos, cajeros y gerentes de atención al público. En varios países se han convertido en la mejor herramienta para la inclusión financiera y aumentar la bancarización, además de llegar a las novísimas generaciones nativas digitales.
Pero en los servicios bancarios y financieros pesan más los costos y la confianza que la novedad de las interfases tecnológicas. Al fin de cuentas, lo que más importa siempre será la tasa de intermediación, las tarifas y los precios que cobran por las transacciones. Al cuentahabiente no le debe importar si hay que hacer fila en una sucursal o esperar a que la aplicación bancaria cargue en el computador o el celular, lo fundamental siempre será el valor del dinero que gana en sus negocios o en su trabajo y la velocidad con que se mueva.
Para crecer su éxito inicial y seducir a más usuarios de todas las generaciones, los nuevos bancos digitales deben apurar temas cruciales como los seguros a los depósitos de dinero, una suerte de primas que pagan las entidades financieras vigiladas y que administra Fogafin, esto debe ser obligatorio para todos los neobancos; si no se avanza en esto habrá un manto de duda sobre la responsabilidad en las operaciones, máxime cuando el servicio al cliente siempre es por correo o por teléfono. Todavía la gente necesita que alguien ponga la cara cuando se presente un acto criminal con su dinero. Por ahora no ofrecen créditos hipotecarios, que es el servicio que más liga o fideliza a los clientes y sobre el cual se derivan otros servicios. Es decir: es desde donde se cultiva a los clientes bancarios tradicionales.
Muy oportuno que la Superfinanciera empiece a socializar las condiciones, de costos y la oferta de servicios de los nuevos bancos digitales para que el gran salto digital no se pierda por falsas ilusiones. El comercio electrónico y la banca digital van a la misma velocidad porque están sincronizadas por el consumo, pero cuando el cuentahabiente avanza hacia el crédito de bienes más durables, las cosas cambian y las entidades tradicionales siguen siendo muy fuertes. Estamos en la primera fase, tanto del ecommerce como de los neobancos, su madurez llegará cuando la confianza, sus costos y servicios lleguen a todo el portafolio de cosas que una persona necesita de un banco.
Lo más importante no es tener el banco en el celular ni poder disponer del dinero a cualquier hora, lo fundamental para las personas es el ahorro, que las tasas sean las mejores, que los costos no sean tan altos y que haya una personalización de los clientes con base en el conocimiento por inteligencia artificial de sus necesidades insatisfechas. Plata barata para tener una hipoteca, entretenerse, viajar, optimizar su nómina, acceder a los productos y servicios globales, pero lo clave es que sea seguro y confiable.
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