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Tanto EPM como el Ministerio de Hacienda deben salir de las participaciones que tienen en empresas de tecnología y comunicaciones que demandan altas inversiones de capital
Dicta un adagio popular que en ciertos momentos de la vida es mejor ser gregario que líder, muy ajustado al momento en que viven las nuevas tecnologías. Dicho de otra manera, hay que concentrarse en lo mejor que una economía sabe hacer que en ponerse a experimentar nuevas formas inexploradas.
El cuento viene a colación por la decisión de EPM de salir de su participación en Tigo antes de que esta empresa pierda más valor o que del erario público se deba capitalizar su operación. Lo mismo debe hacer el Ministerio de Hacienda con las acciones que mantiene en Coltel, empresa pública que tiene aún propiedad de Telefónica Colombia, que a su vez es dueña de las operaciones de Movistar en el país.
Colombia es una economía emergente que poco espacio tiene en el liderazgo tecnológico; las empresas de punta están concentradas en países de gran capital e inversiones multimillonarias en investigación y desarrollo.
Sucede lo mismo en el sector aeronáutico, naviero, automotor y en la telefonía móvil. Ni EPM ni Coltel deben disponer de recursos públicos muy escasos para invertir en negocios con privados, máxime cuando son extranjeros los socios, en el caso de Telefónica y Tigo, ambas empresas europeas que están en pleno reacomodo de sus inversiones en la región.
Colombia tiene más de 15 millones de personas en condición de pobreza de las cuales tres o cuatro millones viven en miseria, y no se puede dar el lujo de aventurarse a invertir en multinacionales de punta que necesitan socios millonarios para estar capitalizando nuevas tendencias. Ya hay sobre la mesa una propuesta que le solucionaría una buena parte de afugias económicas a EPM y al Ministerio de Hacienda, se trata de la OPA de Tigo sobre Telefónica, de la cual ya hay una propuesta económica sobre la mesa.
Claro que los opositores a estas decisiones, de vender el patrimonio público, a multinacionales extranjeras, pueden tener razón desde el punto de vista de desarrollo de conocimiento, pero yerran cuando no tienen en cuenta el costo y el beneficio final, ni mucho menos el tiempo de retorno de estas apuestas.
La economía colombiana no está en capacidad de meterse a grandes inversiones en nuevas tecnologías de comunicación; el sector de las telecomunicaciones requiere millonarias inversiones en auténticas aventuras; Colombia es un país en desarrollo que en materia de tecnologías en comunicaciones debe ser más gregaria que líder, pues no cuenta con la chequera para mantenerse en el negocio.
Cuando comenzó el negocio de las empresas de celulares en Colombia hubo mucha inversión pública y privada local que se aventuró en comenzar un negocio que cambiaría el mundo, pero a los pocos años tuvieron que salirse al no encontrar la manera de financiar los proyectos sin el riesgo existente. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, debe empezar a gestionar la decisión de vender las acciones que el Estado tiene en Coltel, lo mismo que está haciendo el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, con el Concejo de su ciudad en el sentido de salirse antes de que sea tarde Tigo.
Colombia es un país rico en minerales estratégicos para industria de las telecomunicaciones; el oro y el cobre están presentes casi en todos los departamentos, lo mismo que los llamados poliminerales; por tanto, es mejor, por las décadas venideras, vender materias primas caras, es mejor que ser un aventurero tecnológico.
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