Es deber general no dejar que la economía caiga

Los fundamentales económicos se están alineando en un mejor terreno para todos. La inflación ha dejado de subir, el crecimiento no es del todo malo si se compara con el concierto internacional, la devaluación del peso es un bálsamo en la otrora pérdida de valor frente al dólar, las tasas de interés deben dejar de subir y la confianza inversionista tendrá que regresar por sus fueros.

A esto se suma que el Índice de Confianza del Consumidor de mayo se incrementó en seis puntos porcentuales frente al mes anterior, es decir, alcanzó un balance de -22,8%, aún en terreno negativo.

Esta mejoría se debe principalmente a un incremento de 3,8 pps en el Índice de Expectativas del Consumidor y un incremento de 9,5 pps en el Índice de Condiciones Económicas. La confianza del consumidor incrementó en Bogotá, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, mientras disminuyó en Medellín.

En estratos socioeconómicos se nota un aumento de la confianza en el nivel socioeconómico medio y bajo, mientras que disminuyó en el estrato alto. La disposición a comprar vivienda, vehículo y bienes muebles y electrodomésticos incrementó con respecto a abril.

Es un auténtico termómetro que revisa mensualmente las expectativas de los hogares a un año y la percepción de los consumidores acerca de la situación económica actual; una cosa es el Índice de Expectativas del Consumidor y otra muy distinta el Índice de Condiciones Económicas.

Ambos evidencian un incremento de dos puntos porcentuales en la valoración de los consumidores sobre la situación de sus hogares y del país. Los actores económicos, políticos y sociales no deben juntar las tres vías para el desarrollo del país, en especial los empresarios deben continuar con su labor protagónica en el sector productivo de generar riqueza, empleo y pagar impuestos, al tiempo que los políticos deben cambiar su actuar basado en el todo vale para hacerse elegir y administrar grandes presupuestos; son muy pocos los políticos que realmente buscan el beneficio de sus electores, el crecimiento del país y de sus regiones, el fin subyacente siempre es disponer de millonarios contratos y abultada burocracia para sus familias y patrocinadores.

Si bien es casi imposible evitar que los caminos de los políticos y empresarios no se junten, es un deber de esos actores mantener las distancias para no ver lo público como una oportunidad de negocio. Debe haber un absoluto divorcio entre los negocios privados y el servicio público, no usar un pilar para desarrollar el otro. Pero la tercera vía (economía, política y sociedad) es la que tiene que ver con el orden público, la seguridad, la percepción de respeto y el libre mercado.

El Gobierno Nacional debe garantizar a todos los colombianos poder trabajar en paz, crecer en lo económico, ser exitoso, sin que la extorsión cabalgue de manera impune en los incipientes emprendimientos. Hay regiones y actividades económicas que están capturadas por los delincuentes que obligan a que el pilar, de ser empresario, se cruce con el del político, en una suerte de búsqueda de protección para poder desarrollarse.

A estas alturas del presente Gobierno es un imperativo que la economía crezca para derramar más bienestar sobre todos, por tanto, no hay que graduar al sector productivo de enemigo, mejor enfilar la seguridad del Estado en garantizar el mayor pago de impuestos.