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Todo lo que suceda en Bogotá tiene impacto en la competitividad nacional y nada más urgente que avanzar en soluciones al eterno trancón y a los largos trayectos en buses urbanos.
La carrera Séptima en Bogotá fue el primer gran eje de movilidad que tuvo ciudad alguna en Colombia, sobre esa vía se fue tejiendo la capital y ha sido un escenario privilegiado de todos los episodios políticos, económicos y sociales. Y si el Distrito Capital y los habitantes de la ciudad quieren avanzar en el desarrollo, ser más competitivos y darle una estructura más moderna a una ciudad que alberga a más de ocho millones de habitantes, deberá modernizar ese corredor urbano. Por tal motivo, y en buen momento, la semana pasada el Juzgado 52 Administrativo de Oralidad del Circuito Judicial de Bogotá falló a favor del proyecto de TransMilenio por la carrera Séptima, un hecho sensato que dicta la senda de la modernidad y acalla todas las voces politiqueras y con sesgo estratificador que se oponen.
Para el juzgado, el Distrito no ha incumplió ninguna de las normas mencionadas en una demanda interpuesta por una ciudadana interesada y la administración debe avanzar en las necesarias obras. Pese a que algunas de las normas que fueron mencionadas por la demandante como incumplidas contienen mandatos de obligatoria observancia, los mismos no resultan ser imperativos e inobjetables, pues “las pretensiones carecen de soporte argumentativo y probatorio encaminado a demostrar el desconocimiento de alguna de las normas que regulan el componente específico”. A estas acciones retrógradas se suma el nuevo freno al proyecto presentado por la Personería de Bogotá que le solicitó al Instituto de Desarrollo Urbano suspender el proceso de adquisición de predios, dado que existe una suspensión de la licitación tras un requerimiento de la Procuraduría. Por todas estas acciones es que Bogotá lleva siete décadas aspirando a tener un metro y no lo ha conseguido, pues siempre habrá intereses politiqueros que metan palos en la rueda del desarrollo urbano.
La necesidad de rediseñar la carrera Séptima es de tal urgencia que no se puede mantener a los habitantes de estratos socio económicos bajos del norte de Bogotá sometidos a moverse en buses obsoletos y castigados a largos trayectos por intereses particulares de dos o tres barrios de estratos altos. Un reciente estudio geoestadístico de accesibilidad territorial urbana de la Universidad Nacional recomienda que con la implementación del sistema de rutas troncales de TransMilenio en la carrera Séptima, las avenidas Boyacá y Ciudad de Cali, y la carrera 68, el tiempo de recorrido para las personas que viven en la periferia de Bogotá se reduciría en 42 minutos. Los bogotanos de estratos 1 y 2 deben pasar hasta más de dos horas en el transporte público; con esas obras se reduciría hasta en 50 minutos el trayecto garantizando un acceso mucho más equitativo a sus lugares de trabajo y mejorando la calidad de vida de las personas de estratos 1 y 2. Es simplemente una acción de calidad de vida, pues muchas de las personas beneficiadas con dicha movilidad trabajan en empresas y hogares de los estratos que hoy se oponen a las obras.
La Séptima requiere un gran rediseño, bien sea con TransMilenio, tren ligero o tranvía y de eso deben ser conscientes los candidatos a la alcaldía. Los viajes por la Séptima que hoy toman dos horas y media pueden a reducirse a 50 minutos con una vía ordenada, con carriles exclusivos para el transporte público y los carros particulares, y nuevos pasos soterrados y puentes vehiculares.
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