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Las propuestas de candidatos al Congreso y de algunos a la presidencia van en contravía del mercado y la libre competencia, que a pesar de sus lunares, es el único sistema que funciona
En todas las sociedades los factores de producción son siempre los mismos, incluso conservan el orden: capacidad de hacer empresa o emprender; trabajo o producción; capital o financiación, y espacio o tierra. Y es el libre mercado donde confluyen, lo que permite que interactúen desarrollando y generando bienestar de las personas como individuos y a la sumatoria de las familias como sociedad. No debe haber controles acordados de cantidades, regiones o precios, pues el equilibrio está regido por la oferta y demanda. Pero siempre hay poderes políticos que quieren intervenirlo o fuerzas económicas que lo deforman para establecer precios, saltándose las necesidades de quienes compran y venden en armonía casi perfecta.
El punto es que hay muchos candidatos al Congreso de la República, para las elecciones de este domingo y varios aspirantes a la Presidencia de Colombia, que proponen cosas descabelladas que ineludiblemente amenazan el orden natural del libre mercado. A la tierra, el trabajo, el capital, al factor empresarial se han sumado las nuevas tecnologías y la productividad, novísimos factores muy sensibles a las fuerzas de los gobernantes y los políticos. En estricta teoría del discurso, hay aspirantes a conformar al Congreso que hablan de ayudas, subsidios, aportes, beneficios y muchas más definiciones etéreas para referirse o girar hacia un Estado benefactor muy rico y de recursos inagotables que esclavice a los ciudadanos con sus programas sociales, sin saber como hacerlo más productivo.
Es una suerte de engaño que se profundiza cuando candidatos a la Presidencia con altas posibilidades de ocupar la Casa de Nariño atacan al sector minero energético, pero desconocen su aporte a las finanzas públicas y nada plantean sobre de dónde sacarán los recursos para convertir a Colombia en un Estado benefactor lleno de subsidios y ayudas sin tener los recursos necesarios, simplemente porque sus propuestas no hablan de productividad, el factor empresarial o las nuevas tecnologías. Los votantes deben ser conscientes de que mañana no solo es un día crucial para la democracia, sino para la economía de mercado, pues tienen muchas posibilidades de resultar elegidas personas que desconocen a fondo los factores de producción modernos, el sistema de impuestos, el régimen pensional, el presupuesto anual del Gobierno Central, las regalías y muchos otros pilares de las finanzas públicas de un país como Colombia, que muy a pesar de sus problemas de pobreza y desigualdad, lidera el crecimiento y el avance en contra de las precariedades. Pero en lo que más hay ignorancia política de los populistas es en el aporte de la red industrial, empresarial, emprendedora y cooperativa que sostiene al país.
Las asignaturas pendientes son muchas, los problemas sociales no decrecen al ritmo que se quisiera y que fueron interrumpidos por la larga pandemia, pero dar un salto al vacío votando por ideas dogmáticas, populistas, cargadas de resentimiento, llenas de vacíos económicos, en contra del libre mercado y la seguridad jurídica de quienes generan empleo o pagan impuestos, es un acto de irresponsabilidad con las nuevas generaciones. Hay que evitar, por ausencia de posiciones claras, que candidatos erráticos y desconocedores de cómo funciona la economía de mercado lleguen a trastocar todo lo que se ha avanzado y puede seguir mejorando.
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