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Es urgente trabajar en la reconstrucción de la confianza en todas las esferas económicas, sociales e institucionales porque sin confianza es muy difícil progresar y vivir en convivencia
Investigadores sociales del programa de Alianzas para la Reconciliación de la Agencia de los Estados Unidos y Acdi-Voca encontraron en un estudio que sondeó a 11.000 colombianos que la desconfianza ronda a la mayoría de las instituciones y solo creen plenamente en la familia. Es una suerte de rasgo que se encuentra en la mayoría de países en desarrollo en oposición a lo que se vive en el mundo desarrollado en donde los niveles de confianza son muy altos y en donde se respalda a las instituciones gubernamentales fuertes y se privilegian las oportunidades económicas, las garantías sociales y el acceso a la movilidad social. En pocas palabras, a Colombia le va mal en la asignatura de la confianza ciudadana. En todos los aspectos relacionados con la construcción de capital social, desarrollo institucional y capital social los índices de confianza son más altos, pero cae cuando se ausculta la percepción sobre las entidades sociales. En el Gobierno Nacional 56,9% desconfía totalmente de la institución, 34% confía un poco, 8,1% confía mucho y 1% confía totalmente. En los gobiernos locales 53,5% desconfía en ellos, 35,9% confía poco, 9,4% confía mucho y 1,2% tiene total confianza. Solo 4,8% de los encuestados confía en sus vecinos, 16,9% confía en la mayoría, 56,6% confía en pocos y 21,8% no confía en ninguno. Otros casos como en el Ejército, por ejemplo, 24,9% desconfía, 37,6% tiene un poco de confianza, 31,3% tiene mucha confianza y 6,2% desconfía totalmente. En el caso del sector privado, 46,7% no confía en la comunidad empresarial; 40,6% confía poco, 10,8% tiene mucha confianza y 1,9% confía plenamente. El sondeo fue realizado en 44 municipios de todo el país y refleja algo que se percibe en una sociedad, que muestra no solo ser desconfiada, sino pesimista, dos factores que pueden estar interconectados, sensaciones que se reflejan en los índices de confianza de los consumidores e industriales. Atravesamos tristemente por un momento de gran desconfianza y no hay muchas ideas o acciones privadas o públicas para contrarrestar la situación.
Una de las principales causas de esta situación tiene que ver con la información que llega a la mayoría de las audiencias o públicos, y es que están relacionadas con casos de malas actuaciones de funcionarios, de las mismas instituciones y de las pocas acciones empresariales reprochables, mientras que las buenas noticias son evadidas, tales como las inversiones, la generación de empleo, la innovación y otras actuaciones de las empresas no son noticia de primera plana en la prensa generalista o los medios internacionales. Casi nunca las famosas tendencias en las redes sociales tienen que ver con acciones del sector privado que redundan en beneficio del país, no porque no existan sino por el sesgo judicial que marca la generación de contenidos. Y si se mira por regiones, la hipótesis de que la pobreza y la violencia tienen como primera víctima a las instituciones pareciese comprobarse: Buenaventura es el municipio con el menor nivel de confianza, de solo 10,5%, seguido por Quibdó, Cúcuta y Cali, ciudades en las que menos de 20% de la población se siente tranquila con sus vecinos y sus instituciones. Hay un gran trabajo por hacer en estos frentes y esa tarea no es exclusiva del Gobierno es de todos los ciudadanos.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados