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Colombia tiene el más bajo nivel de exportaciones si se compara con sus similares en la región, el año pasado solo alcanzó menos de US$50.000 millones y no avanza
Muchos se preguntarán por qué es importante que un país exporte, es decir, venda productos y servicios en otros mercados. Más allá de que demuestra la capacidad y el desarrollo de producir bienes de calidad que merecen ser comprados en otros países, en términos de cuentas nacionales o de balanzas comerciales, es el gran termómetro de una nación: qué compra y qué vende, en qué es fuerte y en qué es débil.
Producir localmente y vender en el exterior es traer dólares o divisas, convertirlas en pesos y conseguir transferencias tecnológicas en la medida en que se busquen mayores eficiencias productivas, utilización de la capacidad local y aprovechar las economías de escala para disminuir las precariedades. Los países del primer mundo, no las economías de frontera y menos las subdesarrolladas, tienen un buen portafolio de exportaciones, son importadores por naturaleza o exportadores de materias primas sin mayores valores agregados.
El cuento viene a que Colombia va de mal en peor en términos de exportaciones: el ranking regional lo lidera, Brasil, México, Chile, Costa Rica y Argentina y más abajo están Perú y Colombia. La Ocde saca el listado por exportaciones totales en un año con relación al Producto Interno Bruto; otro indicador más contundente es el que mide las exportaciones per cápita, que se basa en la población y el monto exportado, es decir, evidencia la capacidad competitiva y exportadora, que no depende de qué tanta población haya, sino de la competitividad y de la productividad.
Las exportaciones per cápita de Colombia están en US$2.272 y cada vez la cifra es menor desde hace un lustro, pero lo peor es que es un país que no ha salido de la trampa de los bienes primarios como son el café, las frutas, el petróleo y algunos minerales, todos commodities que están a merced de los impuestos que les ponen los mercados en donde se venden y los tratados de libre comercio firmados por Colombia, una docena en total, no le han servido mucho para realmente ser un país exportador.
El Dane anunció que de enero a diciembre las ventas al exterior cayeron 12,9%, con una facturación de US$49.542 millones, frente a los US$56.910 presentados en el mismo periodo de 2022. El rubro de combustibles y productos de industrias extractivas representaron US$25.913 millones, lo que significó una disminución de 18,6% frente al mismo periodo de 2022, comportamiento que obedece a la caída en las ventas externas de petróleo, productos derivados del petróleo y productos conexos. En los productos agropecuarios, alimentos y bebidas, las exportaciones sumaron US$10.078 millones, una caída de 12,8%.
Las ventas de manufacturas fueron US$10.125 millones, una disminución de 3,8% frente a enero - diciembre 2022, este comportamiento obedeció principalmente a la disminución de las exportaciones de productos químicos en -9,7%, que contribuyó con 3,8 puntos porcentuales negativos a la variación del grupo.
El gran problema de esta debacle exportadora es que no hay oferta de nuevos productos, que no se les ha sacado mayor provecho a los TLC, pero lo peor de todo, es que los exportadores aún enfocan en la tasa de cambio su mayor competitividad, es decir, trabajan con la devaluación del peso, más que con calidad o cantidad. También es cierto que es un país de espaldas a los grandes mercados del Pacífico.
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