Frenazo en baja de tasas, pone a prueba al Emisor

Desde diciembre de 2023 la mayoría de los codirectores del Banco de la República coincidían en mantener la línea de reducir entre 25 y 50 puntos básicos la tasa de interés al sistema financiero, muy en consonancia con lo que hacían los bancos centrales de todo el mundo, en especial la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Esa línea se mantuvo hasta bajar la tasa de dos dígitos a 9,5%, justo antes de diciembre pasado.

Ahora, la vieja junta con un par de codirectores antiguos, han decidido que no es el momento de seguir bajando el costo del dinero en Colombia por el incremento anual del índice de precios al productor, que entre octubre y diciembre pasó de 1,6% a 5,8%; por el alza del salario mínimo de 9,5%, pues este superó en seis puntos porcentuales la inflación observada y en ocho puntos la meta de inflación, con el incremento del subsidio de transporte, factores que dispararon las alertas sobre un rebrote inflacionario; justificación de motivos más que convincentes para dejar el costo del dinero en 9,5%.

Pero el momento económico necesitaba otras cosas: ayudar al consumo, que subieran las hipotecas, que los bienes duraderos fueran más baratos y que por tasa de cambio los colombianos pudieran viajar más; todo eso se frena porque los bancos automáticamente frenan la competencia por captar cuentahabientes con anhelo de comprar.

Es cierto que la precaución es el mantra en este momento para el manejo económico, pero no deja de ser una mala señal para el mercado la que dicta el Emisor: “este proceso inflacionario enfrenta retos asociados con: un mayor incremento anual del índice de precios al productor, que entre octubre y diciembre pasó de 1,6% a 5,8%; también un aumento en el salario mínimo que, al incluir el subsidio de transporte, superó en cerca de seis puntos porcentuales el IPC observada y en ocho puntos la meta de inflación. Finalmente, un repunte reciente en todas las medidas de expectativas de inflación. Lo anterior en el contexto de incertidumbre en el frente fiscal y una tasa de cambio volátil”, argumenta el gerente general de la entidad, Leonardo Villar.

Y como si la Superintendencia Financiera supiera de antemano lo que iba a pasar con el frenazo de la tasa de interés del banco central, anunció anticipadamente que la tasa de usura para febrero también rompiera su tendencia bajista de 20 meses y se elevara de 24,89% a 26,30%. El indicador, al que se pegan las tarjetas de créditos de los grandes bancos, volvió a situarse a niveles de diciembre del año pasado cuando cerró en 26,39%. Será un primer trimestre más malo en términos de consumo que el anterior porque el dinero no seguirá la tendencia que traía de más barato cada día.

La Superfinanciera estableció que los montos para el crédito productivo de mayor monto fuera de 40,73%; el crédito productivo rural de 27,14%; el crédito productivo urbano 53,10%; el crédito popular productivo rural 77,73% y el crédito popular productivo urbano de 88,67%, todo un portafolio de tasas altísimas que ni ayudan a más bancarización, ni mucho menos, golpean los populares gota a gota que pululan en la economía donde los bancos no han podido llegar.

Entre los codirectores del Emisor solo quedan dos no nombrados en esta administración, quienes pronto terminarán su periodo, lo más seguro es que desde la Casa de Nariño se vea el frenazo de tasas como un desafío de la vieja junta al consejo del Presidente y su ministro de Hacienda de bajar las tasas.