MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El Ministro de Hacienda ha pedido que “los Empresarios deben ayudar a moderar la inflación de productos industriales y servicios”, pero las externalidades pesan más
Terminado el primer trimestre del año, la inflación sigue indómita en casi todo el mundo, son muy pocos los países que han logrado cambiarle el rumbo a la variación de los precios al alza. Y todo parece indicar que así seguirá en los próximos meses por las externalidades determinadas por el conflicto en Ucrania y la consecuente decisión de la Opep más Rusia de sacar un millón de barriles diarios de petróleo del mercado, lo que sin duda subirá los combustibles y los fertilizantes.
No sobra decir que las tasas seguirán al alza en la búsqueda desesperada de los bancos centrales por parar la inflación, sin logros a la vista. En Colombia, a marzo, contrario a lo que esperaba el mercado, la inflación siguió subiendo y alcanzó un nuevo máximo de 13,34% anual, la variación mensual fue de 1,05% y la de año corrido fue de 4,56%. Las cifras más altas de la historia reciente para el mismo periodo. Los alimentos y las bebidas siguen siendo los que más jalonan el aumento de los precios, con 4,05 puntos porcentuales de los 13,34 del último año, el sector creció 21,81% anual.
Un dato imperdonable: las frutas frescas aumentaron de precio 27,1% en el último año, una situación que desnuda la incapacidad del país de sustituir importaciones y de desarrollar un sistema de producción y distribución agraria eficiente. El hecho penoso de que las frutas suban de precio, en un país tropical de mil climas todo el año, en donde esos productos se pudren en los caminos, es algo que debe generar vergüenza nacional. Una buena parte de las frutas consumidas son importadas y están expuestas a la devaluación del peso, una situación culturalmente imperdonable.
La otra batalla en los precios que están perdiendo las autoridades es en los servicios públicos: el costo del agua, electricidad y gas, creció 7,68% y aportó 2,43 puntos porcentuales al resultado total. Solo la electricidad se incrementó 1,66% mensual y 19,77% anual. Las mayores variaciones en este servicio se dieron en la costa Caribe, sin desconocer que ha cedido un poco. El transporte subió 1,09 puntos porcentuales, el segmento de combustibles para vehículos creció 18,68% en el último año, mientras que el IPC de compra de vehículo se ubicó en 23,29%.
Bajar la inflación debería ser un propósito nacional que comprometa al Gobierno y a los gremios de la producción, pues la única herramienta usada en este sentido es subir las tasas, lo que a la postre ahoga la economía y no ha dado ningún resultado. José Antonio Ocampo, el ministro de Hacienda, ha celebrado que el IPC de alimentos y de los hogares pobres siguió descendiendo, pero ha pedido que “es hora de que los empresarios ayuden a moderar la inflación de productos industriales y de servicios”.
Una solicitud que tiene tanto de largo como de ancho, pues las externalidades son determinantes en esa decisión y hay costos externos que simplemente no se pueden desconocer; más bien, el Gobierno Nacional debería garantizar que los servicios públicos no exageren en sus incrementos.
Algo no se está haciendo bien para parar la variación de precios al alza y mucho tiene que ver las políticas públicas encaminadas al logro de ese objetivo. No hay razón para que la electricidad suba en medio de tantas lluvias ni que las frutas se encarezcan 27% en un país que debería creerse el cuento de ser una despensa agropecuaria, no de importador de naranjas y manzanas.
Colombia registró el pasado octubre la tasa de natalidad más baja de la última década, visibilizando un problema de grandes consecuencias para la economía
Lo más probable es que 2024 cierre con una inflación muy cercana a 5% y una tasa de interés del Banco de la República de mucho menos de dos dígitos, un escenario muy bueno
Yerra el Ministerio de Vivienda al suspender nuevas postulaciones para el programa Mi Casa Ya, debido a la situación presupuestal del Estado, el ahorro no está en parar la construcción