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La gran masa de los impuestos (unos $765.000 millones diarios) siempre la pagan los mismos, la economía informal es el reto que tiene la Dian para construir un país más equitativo
Para hablar de impuestos en Colombia hay que tener siempre estas cifras a la mano: el recaudo anual es de unos $278,9 billones, el promedio mensual de $23,2 billones y el diario de $764.410 millones. Es poco dinero si se compara con el monto del presupuesto general de la Nación, que para el próximo año será de $525 billones, la diferencia se cubre con otros ingresos de empresas industriales y comerciales del Estado, algunas inversiones financieras, y por supuesto de la deuda.
Por ahora, 53,4% del presupuesto se cubre con el recaudo, en países de la Ocde ese porcentaje aumenta a 70% en los de nivel más alto, no solo por el vigor de su sector productivo, sino por el ingreso per cápita y que son mucho más organizados en su sistema tributario.
Lo más raro es que Colombia es el miembro del “club de las buenas prácticas” con la carga tributaria más alta para las empresas, 35%, y que una persona natural tiene que trabajar 129 días para pagar el impuesto de IVA, 65 días para pagar las cotizaciones sociales y un día para pagar impuestos especiales y municipales aproximadamente, a la luz de estudios hechos para determinar “el día de los impuestos” que viene a ser el 14 de julio.
Las cosas cambiarían si la Dian, con los ministerios de Hacienda y de Comercio, de tutores, se empeñaran para que la informalidad disminuyera y pagara impuestos. El grueso de la evasión está en la economía informal, que disfruta de las inversiones sociales de la infraestructura de los pueblos y ciudades, pero no le retribuye nada a la sociedad; es una economía individualista que pregona el derecho al trabajo o a la subsistencia, pero nunca habla del bien común.
Según cifras de la Organización Mundial de Trabajo, OIT, “la mayoría de las personas que se incorporan a la economía informal no lo hacen por elección, sino como consecuencia de la falta de oportunidades en la economía formal y por carecer de otros medios de sustento”, pero muchos logran armar negocios rentables que no han formalizado.
Calles, andenes, parques, zonas comunes, paraderos, sistemas de transporte masivo, son entre otros, escenarios en donde florece la economía informal callejera, que es la que se ve, aunque hay una más institucionalizada en casas y bodegas que son Pymes que deberían pagar impuestos.
La Dian no hace nada para apoyar la formalidad tributaria, comete el error de ir a por los mismos de siempre, como son los trabajadores de nómina y las empresas. Hay una institucionalidad desarrollada durante décadas que debe proponer un trabajo conjunto para formalizar la informalidad, para que la carga tributaria sea menor, pero que al mismo tiempo se logre llegar en una primera fase a los $300 billones anuales e ir subiendo hasta cubrir 80% del presupuesto general.
La informalidad no debe ser mirada solo desde el empleo, hay que ponerle la lupa a las empresas que han desarrollado un modelo rentable y no pagan sus obligaciones. También a miles de negocios más profesionales -como muchos especialistas medios- que no generan factura, solo reciben efectivo o pagos en dólares que guardan coloquialmente bajo el colchón.
Esa es la verdadera tarea de la Dian, no acosar a los mismos contribuyentes de siempre con comunicaciones temerarias y con nuevas reformas tributarias. Este año hay unos $12 billones faltantes para el presupuesto de 2025, dinero que deberían pagar los evasores y los informales.
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