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El mayor conocimiento sobre el covid-19 le permite a los gobiernos avanzar en otras vías para enfrentar la situación sin tener que asfixiar la economía con una cuarentena
El científico estadounidense, John Ioannidis, y el cofundador de Second Home, Rohan Silva, escribieron el domingo pasado en el diario londinense, The Times, un amplio reportaje en el que argumentan que la cuarentena es una fórmula inicial para enfrentar el covid-19, pero que esta situación de aislamiento no se puede volver en una forma de vida corriente.
Su hipótesis se ajusta a la perfección al gran debate mundial sobre cómo ir desescalando la cuarentena decretada por los gobiernos en casi todos los países del mundo. Las fórmulas para ir abriendo la sociedad son de todos los matices, colores y expresiones: hay Estados que consideran que las poblaciones sin casos de contagios y de menos de 5.000 habitantes no deben mantener el encierro; hay otros que les han prohibido a los mayores de 65 años salir a la calle; en otros se ha usado el “pico y cédula”; también se ha ido abriendo el comercio por renglones de las actividades económicas, pero abundan hipótesis de apocalípticos que estilan argumentos en defensa de la cuarentena por temor a un rebrote que infecte a millones y produzca miles muertes.
Sin duda ese será el tema político y económico de esta semana y de bien entrado el quinto mes del año, un dilema que no es otro que ¿abrir o cerrar? Lo cierto es que no hay fórmulas probadas pues es una situación inédita en la historia reciente de la humanidad y el coronavirus ha demostrado que es muy contagioso y que si no fuera por las medidas de los gobiernos la mortalidad se hubiese contado por millones en solo ocho semanas de haberse declarado la pandemia. No hay que temerle a ir probando fórmulas que se han adoptado en países que han manejado mejor que otros las trágica situación; más que Corea del Sur, están Taiwán, Nueva Zelanda, Alemania y Suecia, que pueden mostrar resultados contundentes en el manejo de la crisis, que ahora tiene el epicentro en Estados Unidos y no en España e Italia.
Es inevitable que poco a poco se empiece a ver más gente en las calles, pues se han desgranado miles de actividades esenciales y es más vital empezar a salir por salud mental a los parques, las calles y poco a poco a los centros comerciales, iglesias e instituciones educativas. No hay una fecha clave ni un “día D” en el que las autoridades y los gremios coincidan, pero sí hay común acuerdo que es un imperativo social.
Hoy hay mayor sustento sobre el virus que hace dos meses; por ejemplo, se sabe que el virus es más común de lo que se asumió al principio y la gran mayoría de los infectados tiene síntomas leves o es asintomático. Diferentes investigaciones han arrojado que el número de personas infectadas con covid-19 es mucho más alta de lo que se cuenta en las estadísticas oficiales y que es menos letal de lo que se pensó.
Una vez se corrige la gran cantidad de casos sin detectar, su tasa de fatalidad es comparable con la de una temporada de gripa severa. Cabe mencionar que entre 90% y 95% de las muertes en Europa han sido de mayores de 65 años de edad. Para los niños y los jóvenes, en cambio, el covid-19 es menos letal que una gripa.
Otro punto es que la comunidad científica ha aprendido a identificar cuándo y cómo el virus puede ser devastador para una comunidad. Ioannidis y Silva dicen que “el virus suele ser una infección intrahospitalaria, lo que explica por qué en Europa la mitad de las muertes reportadas son de asilos de ancianos”. Es hora de argumentar las decisiones.
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