La economía va a romper cifras de crecimiento

Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, escribió un tweet en el que informaba: “hemos aumentado nuestro pronóstico de crecimiento para 2021 de 7,2% a 9,5%, con lo que la economía cerraría 2% por encima de los niveles observados en 2019”, sin duda alguna es una estupenda noticia que lanza al vuelo las campanas del optimismo empresarial.

Para el tradicional centro de investigación y de análisis económico, “los datos más recientes del Indicador de Seguimiento a la Economía reflejan el buen desempeño de la actividad productiva, resaltando que los resultados de julio y agosto de este año evidencian que ya se superaron los niveles de actividad que se registraban antes de la pandemia”.

Por el lado de la oferta, las estimaciones de Fedesarrollo indican que el mayor crecimiento se daría en las actividades artísticas y de entretenimiento, con una disparada de 37,7% anual en 2021. Seguido estarían el comercio y transporte (19,3%), la industria manufacturera (16%), información y comunicaciones (9,1%), y las actividades profesionales y científicas (7,2%). Mientras que los sectores con el menor crecimiento serían los de minería (0%), actividades inmobiliarias (2%) y las actividades financieras y de seguros (2,2%).

El problema, dice Fedesarrollo, es que mientras que el Producto Interno Bruto sería 2% superior al registrado en 2019, nuestro pronóstico de la tasa de desempleo promedio para 2021 de 13,5% estaría todavía tres puntos porcentuales por encima del desempleo promedio del año anterior a la pandemia, cuando se ubicó en 10,5%. “El reto continúa siendo la reducción del desempleo, que estimamos cerrará en un promedio año de 13,5% (...) Para la recuperación del empleo, será fundamental implementar un plan de choque que acelere el proceso”.

Es de perogrullo plantear que el crecimiento del PIB debe ser sostenido en el tiempo para que el empleo formal baje a niveles de un dígito y la cifra de cuatro millones de personas sin trabajo retorne a poco más de dos millones, pero más importante aún es lograr consolidar una dinámica económica sostenida por varios años que no solo garantice más empleos formales, sino el pago de impuestos que a su vez redunden en inversiones de transformación social.

Un crecimiento de la economía de 9,5%, según las últimas estimaciones revisadas al alza, es un hecho histórico que solo lo refrendaremos a la mitad de marzo en medio de la contienda electoral. Lo importante en este momento es no bajar la guardia en el proceso de vacunación y de cuidados contra el covid que amenaza con un cuarto pico que obligue a la economía a volver a cerrarse, a implementar escalonamientos y siempre de nuevo mantos de dudas sobre la recuperación. Pero lo más importante es aprovechar las vacas gordas silenciosas en materia de altos precios en los productos de exportación.

Para nadie es un secreto que no solo por la reactivación del consumo se dan esos pronósticos del PIB, sino también por el costo de la libra de café y el barril del petróleo en los mercados internacionales, situación que parece extenderse en el tiempo. Hay que atesorar esas vacas gordas tomando buenas decisiones fiscales, en las finanzas personales y en el ahorro central, pues es un imperativo que el buen ritmo de la economía puede verse minimizado por el servicio de la deuda, problema que tendrá que enfrentar el nuevo gobierno.