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La palabra innovación debe ir más allá del simple anuncio y pasar a verdaderos cambios estructurales.
Al entrar de lleno en los meses terminados en ‘bre’, la meta de cada individuo y de cada empresa se centra en planificar el próximo año y rematar bien lo proyectado para el año que termina. Uno de los insumos sociográficos más importantes de los últimos 24 meses, en términos de tendencias sociales, tiene que ver con la cultura de las aplicaciones para teléfonos inteligentes, tabletas y portátiles, entre otros accesorios de la vida moderna. Cada vez más jóvenes son “app-dependientes, en lugar de app-capacitados”, así lo diagnostican los profesores de la Universidad de Harvard, Howard Gardner y Katie Davis en un libro que está marcando tendencias en el mundo de la literatura gerencial bajo el título, “La Generación APP”, de editorial Paidós.
Dice el texto que las ‘apps’ -aplicaciones de software que funcionan de manera ubicua en los dispositivos móviles- modifican el desarrollo psicológico de los jóvenes: la juventud tiende a ser más renuente al riesgo que las generaciones anteriores; es más tolerante ante las diferentes identidades y estilos de vida; esperan que todo mundo esté disponible a través de una app digital; “rara vez los jóvenes hacen distinciones entre su yo en línea y su yo fuera de línea”; enfrentan los desafíos psicológicos relacionados con la identidad, la privacidad y la creatividad.
Los jóvenes de hoy son nativos digitales; pasan su vida en un mundo de medios digitales y difícilmente pueden imaginar la vida sin teléfonos móviles o internet. ¿Crecer en un mundo digital ha afectado su proceso de pensamiento, personalidad, imaginación y comportamiento? ¿En qué se diferencian de los inmigrantes digitales, que han adoptado lo digital de manera más tardía en su vida? Gardner y Davis (2014) concluyen que los medios digitales influyen considerablemente en tres áreas determinantes del desarrollo psicológico: el establecimiento de la identidad personal; el cultivo de la capacidad de entablar relaciones íntimas con otras personas y el desarrollo de “generatividad” más el impulso creativo.
Toda una suerte de cambios que determinarán los meses y los años venideros en términos de proyectos, negocios y nuevos mercados. Pero la reflexión central tiene que ver con que la innovación no es gregaria ni enunciativa. El dedo en la llaga es que cuando se lee sobre emprendimiento, nuevos negocios, proyectos especiales y toda suerte de cambios rutinarios, se invoca la palabra innovación como un mantra repetitivo y sin sentido, olvidando que el resultado solo se ve cuando se alcanza la etapa de ‘innovaciones radicales’, que no quiere decir otra cosa que una patente o un registro de una marca disruptivo. No solo de anunciar nuevas aplicaciones vive la innovación.
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