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La actual dirección de la Dian, al lado de la Fiscalía, han emprendido una guerra sin cuartel en contra de la corrupción reinante en las aduanas y el recaudo, una tarea urgente
Uno de los argumentos más extendidos entre los colombianos es que “no pagan impuestos para que se los roben”, una suerte de uso cultural muy extendido que habla del individualismo reinante en un país que ha dado pasos correctos en la lucha contra la corrupción, pero que se enfrenta a un largo camino por recorrer. En Colombia aún están unidas las aduanas y el recaudo de impuestos, los dos tradicionales ingresos del Estado que por años han sido un verdadero dolor de cabeza y un reto permanente de los gobernantes. Hasta hace unos 10 años la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales era un fortín político de senadores y representantes en cada región y el gobierno central repartía esa institución entre sus adeptos, quienes a su vez ponían funcionarios de su bolsillo para que saquearan los impuestos y las aduanas, dinero que se iba para sus fortunas personales y para financiar campañas. En particular, la Dian era un apetecido botín que se despiezaba en cada discusión de reformas tributarias y que era la única real justificación de ingresos oscuros de algunos “padres de la Patria” que aún están en las comisiones económicas. Esa tradición de deliberado robo al Estado -con foco en la Dian- cambió con relativo éxito hace menos de una década gracias a todos los compromisos que el país fue adquiriendo con la banca multilateral, los tratados de libre comercio y en especial cuando empezó a hacer el proceso para entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Y si bien los avances en impedir el robo del erario pueden verse tímidamente en el recaudo de impuestos, la tarea en las aduanas deja mucho que desear y los últimos escándalos así lo confirman. Es un hecho indiscutible que los empresarios importadores deben pagar millonarias coimas a funcionarios de las aduanas para que dejen ingresar sus productos al país; actos de corrupción que han sido muy difundidos en los últimos meses, pero que desnudan el reto pendiente que debe hacer la nueva dirección de la Dian y la Fiscalía en pos de quitarle a los corruptos las aduanas.
El interior del ente de control aduanero es una auténtica ‘Cueva de Rolando’ que debe ser desmantelada para que el Estado entre a manejar esos ingresos y debe ser una lucha sin cuartel liderada por la delegatura para las Finanzas Criminales de la Fiscalía, división que ha encontrado grandes focos de corrupción que eran evidentes, pero que nadie se había dado a la tarea de desmantelar. El caso mediático de la hija de un funcionario corrupto de la Dian desvirtuó las investigaciones de cara a las condenas públicas, pues se trivializó y la opinión pública se quedó en el “efecto meme” más allá de la telaraña que se había construido en torno a un cartel de corruptos que recibía más de $100 millones diarios en coimas. En esa guerra sin cuartel contra la corrupción, en el recaudo de impuestos y en el control de las aduanas deben jugar todas las instituciones de vigilancia, sin olvidar que la Policía es un actor bien importante pues tiene una división especializada en esas labores aduaneras. Pero es el foco tecnológico el que debe empezar a jugar un papel preponderante, la Dian debe dar el salto informático y empezar a usar tecnologías de punta que mejoren su servicio y garantice que las decisiones están aisladas de tareas rutinarias de personas susceptibles a la corrupción.
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