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Econometría, en su libro propositivo sobre los retos que la economía debe enfrentar, aporta un concepto fundamental para salir de la crisis con otro norte: la inclusión productiva
Colombia es un país rico en instituciones de investigación económica de vieja data. Por Fedesarrollo, Anif y Econometría, entre otros tanques de pensamiento como el Cede de la Universidad de Los Andes , han desfilado los economistas y profesionales afines que han manejado la economía durante los últimos 50 años. Ese semillero de ideas producto de investigaciones sobre el desarrollo económico han permeado las políticas públicas, al punto de que gran parte de los aciertos y desaciertos del modelo económico del país tienen que ver con lo que en esos centros se hace.
Por estos días, Econometría ha liberado un texto revelador en términos de ideas como herramientas para enfrentar la post-pandemia. Afirma Mauricio Olivera, su actual director, que “toda crisis genera reformas y que Econometría quiere contribuir al debate público, sugiriendo el mejor camino para que Colombia salga fortalecida de la crisis generada por el covid-19, la más profunda en la historia moderna del país. Las crisis pueden verse como una maldición: afectan la vida de las personas, hacen el futuro incierto y traen grandes costos para las sociedades. Sin embargo, también pueden verse como una oportunidad en la medida que abren la puerta a los cambios, llevan a las personas y a las sociedades a reaccionar para salir de ellas. Esta puerta debe aprovecharse. Pensar que la recuperación llegará simplemente con el levantamiento de las cuarentenas y la vacunación es un error. La crisis ha afectado a todos, a las empresas grandes y pequeñas, a los trabajadores formales e informales, a las mujeres, a los jóvenes, a todos los sectores de producción: urbanos y rurales. Esto abre la posibilidad de que entre todos los actores diseñemos los mejores cambios que necesita el país para salir adelante”.
En uno de sus apartes, profundiza sobre la importancia de avanzar en la llamada inclusión productiva, como base para la inclusión social. Dicen los autores del libro que es de suma importancia una transformación productiva que genere inclusión y movilidad social, “en la actual situación fiscal, vale la pena aplicar a la actividad agropecuaria los planteamientos de Hirschman, 1958, sobre crecimiento en situaciones de abundancia y escasez: ante una limitación de recursos debe estimularse la iniciativa privada. Esto se lograría con un marco para el desarrollo productivo (...) Se deben tener en cuenta cinco estrategias: i) logro de economías de escala, ii) búsqueda de externalidades y sinergias en las intervenciones, iii) aplicación de un enfoque territorial, iv) impulso a la inclusión productiva, ‘Gran empujón’, v) desarrollo institucional y comunitario”.
De nada se vale repetir la retórica de inclusión social si esta no va de la mano de la inclusión productiva desde una óptica regional. Debe ser una apuesta por los encadenamientos. Dice Econometría que “el desarrollo de la agricultura por medio de encadenamientos hacia delante y hacia atrás tiene impactos en otros sectores, que terminan siendo dos o tres veces más grandes. En tal sentido, la consolidación del desarrollo de la agroindustria debe ser un objetivo estratégico, muy conveniente en la medida en que se añada un mayor valor agregado a la producción básica procedente del campo”. El gran salto que debe dar el país durante esta oportunidad que brinda la crisis es rehacer la manera de ver los factores de producción y redoblar esfuerzos en términos de productividad.
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