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Si la Reserva Federal decide subir sus tasas de interés hasta un rango de 3% y 4% con el fin de controlar la inflación de 8,6% -dicen expertos- la economía global se expondría a una recesión
Luego de la pandemia, la actividad económica se reactivó en todos los países del mundo, hubo una suerte de destorcida en la producción de bienes y servicios que estaba contenida por varios meses de cierres, al punto que se infartaron las cadenas de suministros por distintos problemas en el transporte de los pedidos desde todos los mercados, en especial desde el sudoeste asiático.
La situación inédita generó una noticia buena y otra mala: la primera, que el Producto Interno Bruto en cada país se disparó en 2021, recuperando muchos de los empleos perdidos durante el fatídico 2020 (año del pico del covid-19), a lo que se sumó un descongelamiento en el pago de los impuestos. La mala fue un estallido globalizado de la inflación por la variación de los precios al alza, pues artículos como combustibles, autopartes, alimentos, tecnología, entre otras cosas vitales para la producción y el consumo, subieron de precio como no lo hacían en años. Y el colofón fue que los bancos centrales de todos los países, con su estructura de intervención monetaria, empezaron a subir las tasas de interés, desencadenando situaciones económicas no vistas en casi medio siglo: alta inflación y tasas de interés caras, ecuación que puede llevar al mundo a una nueva recesión.
Dicen los expertos que a esta mala situación económica se puede llegar porque el crecimiento del PIB se va a contraer durante dos trimestres consecutivos, un semestre, como consecuencia de una disminución significativa en la actividad económica extendida en las empresas, los trabajadores y los consumidores. Una recesión en este momento puede estar seguida de un periodo de contracción monetaria, que a la postre generaría estancamiento económico en medio de precios altos, situación conocida como estanflación, peligro sobre el cual advierten los expertos de la banca multilateral, quienes plantean que “el mundo puede estar próximo a enfrentar una nueva estanflación similar a la que se presentó por última vez en 1970 (...) Una de sus causas puede ser la invasión rusa a Ucrania, que encareció los precios de la energía principalmente en Europa y, por ende, dificulta el crecimiento económico”.
Los aires de una recesión o de una estanflación no se pueden desconocer y sobre los cuales se deben generar acciones que se anticipen a estos flagelos. De momento, hay gran temor porque la Reserva Federal elevará en 50 puntos básicos sus tasas de interés, hasta un rango de 1,5%, lo que sería la primera vez desde 1994 que la Fed sube dos veces consecutivas los tipos en un ritmo de 50 básicos. La mayoría de los economistas pronostica que las tasas de fondos federales alcanzarán un rango de entre 3% y 4% en este ciclo de ajustes: “la Fed se ha demorado en subir tasas para que no haya recesión. No creemos que llegue esa posibilidad, pero sí va a bajar el crecimiento. Si hay recesión, será muy corta”, no obstante, hay mucha preocupación porque la autoridad monetaria logre eludir una recesión en la lucha sin cuartel en contra la inflación con herramientas tradicionales. Colombia ha salido bien librado de la destorcida económica de la pandemia, el empleo se ha ido recuperando, pero son los precios el verdadero dolor de cabeza de unas autoridades económicas que están por entregar el manejo de unas finanzas públicas bajo amenaza.
Para desvanecer el reino de la incertidumbre se necesitan acciones concretas, con foco y objetivos precisos, 2025 debe ser un tiempo de hacer, ejecutar, quejarse menos y garantizar resultados