Impactos estimados de la reforma laboral
EDITORIAL

La laboral es mala porque no genera empleo

martes, 18 de marzo de 2025

Impactos estimados de la reforma laboral

Foto: Gráfico LR

Reformar el régimen laboral es un imperativo, pero su epicentro debe ser generar empleo formal, bajar la informalidad y reducir las asimetrías parafiscales de quien da trabajo

Editorial

El error más grande que ha cometido, hasta ahora, el Gobierno Nacional es no concertar sus políticas públicas. Intentar sacar adelante las reformas institucionales a la fuerza con unas mayorías de senadores y representantes transaccionales que se mueven por contratos, burocracia y pequeñas dádivas políticas.

La reforma laboral que cursa en el Congreso de la República es muy mala para la producción nacional, en un país que brilla por su baja productividad, altos impuestos, largas jornadas poco competitivas, y lo que es peor, por un desempleo que no baja de 2,5 millones de colombianos sin un trabajo formal.

Valga la pena recalcar que el salario mínimo en dólares que se paga en Colombia es uno de los más altos de países similares y que el sector que genera empleo formal debe asumir enormes cargas parafiscales que no existen en otra parte. Si con esos paradigmas y pendientes, el Ministerio del Trabajo (al lado de los gremios, empresarios independientes, universidades y centros de investigación), se hubiese sentado a traer a valor presente el obsoleto régimen laboral colombiano, las cosas serían de otra manera.

Nunca se escuchó, por ejemplo, a Fedesarrollo cuando expuso que el proyecto de ley es nocivo, tal y como va; que conlleva a “un aumento en los costos salariales y no salariales, lo implicaría la pérdida de 451.000 empleos”. También que, “para un microestablecimiento comercial con tres trabajadores, la reforma supondría un incremento de 12% en el costo mensual de la nómina (...) 83% de las empresas formales son microestablecimientos con hasta tres empleados. Esto significa que, desde el lado de la demanda, los microestablecimientos serían los más afectados por la reforma”.

Fedesarrollo precisa que “al encarecer el empleo formal y desincentivar su generación, los 13,3 millones de ocupados informales y 2,5 millones de desempleados enfrentarían mayores dificultades para acceder a empleos formales (...) El país necesita, sin duda, una reforma laboral, pero una que se enfoque en solucionar los dos principales problemas del mercado laboral: la alta tasa de desempleo (10%) y la elevada informalidad (56%)”.

No hay que caer en el simplismo de preguntarle a los colombianos, en una costosa consulta popular, si el día se termina a las seis de la tarde o a las nueve de la noche; es muy poco serio caer en ese tipo de preguntas tendenciosas con las mismas que se quería acabar con la necesaria minería para la economía colombiana, de que, qué es más útil: el petróleo o el agua, cuestiones simplistas que ridiculizan los debates estructurales tendientes a construir un país mejor.

El gran epicentro de la reforma laboral es cómo derrotar la campante informalidad, esa que no paga impuestos, que no solo evade, sino que elude tributos y condena a los trabajadores informales a no tener beneficios laborales, al tiempo que premia a los empresarios inescrupulosos que se enriquecen sin tributar lo justo o que usan los canales del espacio público para poner su producción.

La reforma laboral que se necesita debe tener como foco generar empleo, reglamentar el trabajo por horas, entender el mundo digital a los nómadas digitales, al trabajo en casa o al teletrabajo, todos esos frentes nuevos de ganarse la vida que no están siendo entendidos ni por los salarios, ni por los regímenes laborales ya obsoletos hechos en el siglo XX.

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