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El escándalo desatado en Chile por la manipulación de los datos en el Banco Mundial es un llamado de alerta para que miremos qué pasa con Colombia
Desde hace varias décadas los dirigentes chilenos le han demostrado a los países de la región, y en general a todos los emergentes, que son alumnos aplicados a su modelo económico y que a los temas financieros o empresariales en el país austral se les pone mucho cuidado, o al menos pegados a una cartilla que les ha dado resultados notables.
El punto viene a colación por el reciente escándalo generado por el cambio de metodología usado para medir uno de los indicadores de competitividad en el mundo, el Doing Business generado por el Banco Mundial. La historia es la siguiente: el economista jefe de esta banca multilateral denunció que hubo manipulación de los resultados que pusieron a Chile en niveles muy bajos a los reales.
El indicador de Chile para este año lo ubica en el puesto 55 entre las 190 economías, dos posiciones más arriba que el 57 registrado en la versión anterior. Así las cosas, volvió a superar a Perú -cayó cuatro posiciones hasta el 58- y a Colombia que retrocedió hasta el 59. Este listado remendó el error del año pasado, es decir 2017, cuando Chile ocupó su peor puesto, 57.
Las alarmas se dispararon en un país, que insistimos, se preocupa por su modelo económico y en donde hay economistas de talla mundial. En 2017 Chile fue superado por Colombia y Perú que se ubicaron en el 53 y 54, respectivamente; situación que disparó las alarmas por la gestión del gobierno de centro izquierda de Michelle Bachelet. Para los chilenos se volvió un tema de dignidad que Colombia y Perú estuvieran por encima, sus pares en la Alianza del Pacífico.
El mea culpa del Banco Mundial se justifica en el cambio metodológico que revisó a la baja los datos de los reportes anteriores. Dice la banca multilateral que “hay que hacer una diferencia entre los resultados absolutos y la comparación entre países. En términos absolutos, el puntaje de Chile refleja una mejora pequeña, porque se acerca a las mejores prácticas. La caída en el ranking tiene que ver con dos cosas: los cambios metodológicos, que tienen un impacto bastante fuerte, pero también que otros países han mejorado más rápido en sus ámbitos regulatorios (...) En el caso de Chile, si uno corrigiera según la misma metodología, la posición en 2016 hubiese sido 55, no 48. Esa diferencia de siete posiciones viene por metodología. Las otras dos tienen que ver con que otros países avanzan más rápido”.
La polémica, que en Colombia pareciese peregrina, en Chile es dorsal pues la economía es un asunto de mucho cuidado por sus empresarios y sus gobernantes. El economista jefe del Banco Mundial, Paul Romer, reconoció de manera en una entrevista con Wall Street Journal que la organización alteró el ranking que mide la competitividad de los países, perjudicando directamente la posición de Chile durante los mandatos de Bachelet. La pregunta que se debe hacer en Colombia es qué cuidado le ponen el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Hacienda o Agricultura a este tipo de listado de competitividad que se han vuelto paisaje, pues nuestra economía sigue rankiada como una de las menos eficientes.
Es un momento oportuno para que los dolientes de la competitividad le pongan más cuidado a cómo nos miden y si es real que vamos tan mal, bien o regular cuando nos comparan con economías muy similares.
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