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Uno de los mejores termómetros económicos de un país es la venta de casas nuevas y usadas. En este momento a Colombia no le va muy bien y muestra grave deterioro en la expectativa
Hasta hace unos pocos años el despacho de cemento era uno de los indicadores más seguidos en la economía. Haciéndole seguimiento permanente, los empresarios se daban cuenta si el motor de la construcción iba a buena velocidad, así como la generación de empleo y el pago de impuestos.
En un país como Colombia, si la venta de cemento va mal es porque la construcción está parada y si esto sucede se explica porque el Gobierno Nacional no está haciendo o concesionando obras de infraestructura y los constructores de vivienda están parados. Es una clara advertencia de desaceleración, el año pasado se creció por encima de 7% y este año bajará a menos de 2%, en el transcurso de 2023 habrá un frenazo de cinco puntos, que ya se empieza a ver.
La disposición a comprar vivienda disminuyó 5,3 puntos porcentuales entre marzo y abril, situándose en un -50,1%. Fedesarrollo observa una disminución en Barranquilla (-32,4 pps) y Bogotá (-7,7 pps), mientras que en Cali (12,5 pps) Bucaramanga (3,0 pps) y Medellín (1,0 pps) se experimentó un incremento en relación con marzo.
En el último informe de política monetaria del Banco de la República se confirma la mala situación del sector de vivienda, que presenta una contracción debido a la reducción de las ventas e indicios de desaceleración en la generación de oferta futura, esto principalmente por el incremento en deuda de los hogares. Las cifras de Camacol muestran que la venta de vivienda ha caído 55,3% en el primer trimestre del año.
En marzo se vendieron solo 9.129 unidades, lo que representa una reducción de 61,4%, es decir, una disminución de 14.500 unidades si se compara con el mismo mes del año pasado. El gremio constructor señala que es un nivel no observado desde el periodo de pandemia en mayo de 2020. Por segmentos, las ventas de Vivienda de Interés Social fueron de 5.806 unidades, mientras que el no VIS fue de 3.323 unidades.
En suma, para el primer trimestre las ventas acumularon 32.838 unidades, con una disminución de 55,3%. Un panorama desolador en un sector al que el Gobierno Nacional debería ponerle más cuidado, pues no solo satisface una necesidad sentida de la población como es el techo, sino que es el verdadero motor real de la economía; los empleos que genera se cuentan por miles por cada obra mediana o grande y los impuestos que paga toda la cadena de la construcción son uno de los pilares tributarios en todas las ciudades.
Obviamente el desinterés por la compra de vivienda nueva o usada tiene que ver con el frenazo de la economía, pero también por los costos en la financiación. La inflación ha hecho que las tasas estén por la nubes y que los subsidios parezcan menores ante los costos de las cuotas hipotecarias. Además, la actitud alcabalera del Ministerio de Hacienda ha hecho que planes como la segunda casa o la inversión en proyectos rentables para contar con un ingreso extra, no se vean en el panorama.
Programas otrora exitosos como las cuentas AFC ya no tienen beneficios y los cuentahabientes no quieren saber nada de inversiones inmobiliarias. Las carteras de Vivienda y Hacienda no le han puesto cuidado al sector de la construcción, y las políticas públicas en términos de soluciones habitacionales no existen.
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